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sábado, 20 de septiembre de 2014

CORREN NUEVOS VIENTOS EN LA AMAZONÍA ECUATORIANA


Por Leonardo Parrini

Sobre el verde exuberante de la selva se extiende la Amazonía ecuatoriana en una superficie de 120 mil kilómetros cuadrados como el territorio natural y biodiverso más representativo del mundo. Allí tiene lugar la vida de especies únicas en el planeta que han hecho del bosque húmedo tropical su hábitat milenario. El relieve amazónico es de marcados contrates desde las altas cumbre andinas, al occidente, hasta las llanuras orientales. En un escenario de singular belleza la Pachamama describe un descenso vertiginoso que se inicia en la sierra y se extiende por la selva virgen con ondulantes colinas que atraviesan la alta Amazonía y declinan en las tierras bajas.

Un inventario natural de la Amazonía ecuatorial registra “20 especies de plantas que suplen el 90 por ciento de la demanda mundial. Existen allí ocho mil especies de plantas medicinales, 85 especies de peces, 47 anfibios y reptiles, 95 aves y 80 especies de mamíferos en peligro de extinción, donde vive el 70 por ciento de las 25 mil especies de plantas vasculares que existen en el planeta”. En este universo rico en biodiversidad y recursos naturales, se asientan culturas ancestrales representadas por los pueblos y comunidades, entre los que destacan las nacionalidades Shuar, Achuar, Kichwas, Andoas, Saparos, Waorani, Shiwiar, Cofanes y Secoyas. 

En esas comarcas conquistadas con la espada y la cruz tuvo origen la región oriental de la República del Ecuador, políticamente dividida en las provincias de Orellana, Pastaza, Napo, Sucumbíos. Morona Santiago y Zamora Chinchipe. La población amazónica, según el último censo del 2010, alcanza los 739,814 habitantes. Sobre esa pródiga geografía se escribió una historia de exclusión y olvido, con un guión de marginalidad y abandono de su gente. Indiferencia estatal que permaneció simbolizada en la voz arrogante de un presidente ecuatoriano que sentenció que el oriente es un mito, en el que jamás su corta visión centralizadora y racista alcanzó a ver culturas ancestrales o recursos naturales existentes en la región. Habría de iniciarse un nuevo tramo histórico con el descubrimiento de petróleo en el noreste de la Amazonía ecuatoriana, para que la región cobrara importancia a los ojos de los poderes centrales. Cuando no, para la voracidad de las compañías transnacionales que succionaron la riqueza del subsuelo selvático y marcaron con estigma de devastación su paisaje.










Cambia todo cambia

Se dice que la historia es el discurso temporal y cambiante de la vida social. Y es así, que a partir de una nueva voluntad política del pueblo ecuatoriano, plasmada en la Constitución del 2008, que los derechos colectivos y de la naturaleza quedan consignados y adquieren el poder de cambiar el porvenir de la Amazonia. Bajo un principio de soberanía e inclusión, el Estado inicia un proceso de recuperación del control y aprovechamiento responsable de los recursos naturales existentes en la región amazónica. La relación necesaria entre el Estado y las empresas hidrocarburíferas adquiere una nueva dimensión, a partir de la reforma de la ley de Hidrocarburos en el año 2010. La reforma permitió al Estado y a las empresas extractoras renegociar los contratos del modelo de participación para iniciar una relación contractual de prestación de servicios en la exploración de hidrocarburos. Esta inédita modalidad devolvió al Estado el control del 100% de la producción y una renta del 80% en promedio, frente al 18% que recibía con el anterior modelo. Bajo los nuevos contratos el Estado paga una tarifa que fluctúa entre 35 y 41 dólares por barril de petróleo con convenios suscritos, en algunos casos, hasta el 2025. Con la nueva política las comunidades reciben legalmente el 12% de utilidades de la explotación del petróleo, a través de la ejecución de proyectos de desarrollo social que responden a sus  necesidades y que corresponden a los planes ordenamiento territorial.  

No obstante, el Ecuador se abstuvo durante 16 años de iniciar una exploración petrolera para indagar la existencia de nuevas reservas en el suroriente que pudieran sustituir los recursos provenientes y declinantes del nororiente. La ronda suroriente iniciada en el 2012 puso fin a esta omisión y creó las condiciones para cristalizar con reservas adicionales la nueva época petrolera, plasmada en una política pública asentada en el principio de soberanía, inversión privada a riesgo, sustentabilidad de los proyectos y beneficio social a las comunidades involucradas en la exploración y explotación petrolera. La ronda suroriente puso en marcha un modelo de gestión inédito inspirado en los principios internacionales de reconocimiento de los derechos y pueblos amazónicos, y en la definición constitucional de un Estado plurinacional e intercultural que, bajo el influjo de inclusión social, equidad económica, democracia profunda y participación ciudadana, inició la nueva realidad hidrocarburifera del país.

El modelo de gestión de la ronda suroriente implicó la realización de una consulta previa, libre e informada a los pueblos amazónicos para que, por derecho propio, sean informados y consultados respecto de cómo conciben el aprovechamiento de los recursos naturales existentes en sus territorios, y cómo la comunidad se inserta, en tanto ente productivo y proveedor de servicios locales, en el nuevo escenario económico y social de su región. Es así que dicha consulta, convertida en espacio de reivindicación social, tomó el parecer en forma directa a más de 15 mil habitantes de las provincias de Pastaza, Morona Santiago y parte Orellana y Napo, a través de mecanismos de participación directa en asambleas comunitarias, audiencias públicas y oficinas de información itinerantes que pretendían llevar la información hasta los rincones más apartados de la selva. La intervención del Estado en el marco de la ronda suroriente incluyó además la realización de un estudio socio ambiental de la región, implementado por la Secretaria de Hidrocarburos, que obtuvo un completo inventario de los elementos naturales, sociales políticos y económicos de la zona, con la perspectiva de disponer de información actualizada que permita una óptima toma de decisiones. La intervención estatal durante la ronda suroriente, caracterizada por una inagotable voluntad de diálogo con la ciudadanía, fue consolidando inéditas relaciones de confianza entre el Estado y las comunidades. Por primera vez en la historia se hace posible una convivencia plurinacional e intercultural respetuosa de la realidad ancestral, cultural e idiomática de la región amazónica, así como el aporte de la cosmovisión de los pueblos indígenas y su relación con la naturaleza. Estos elementos hoy se armonizan con la política pública para el sector hidrocarburífero, lo que permite avizorar un nuevo sentido para la acción estatal en los sectores estrategicos de la economía.

La nueva realidad amazónica dio sus frutos. En reciente declaración la gobernadora de Pastaza, Denise Coka, anunció “el inicio de la nueva época petrolera para la provincia”, a partir de los resultados de la ronda suroriente que determina la eventual asignación y adjudicación de cuatro bloques petroleros. El ministro de Recursos Naturales no Renovables, Pedro Merizalde, había confirmado hace un mes que el bloque 28 ubicado en Pastaza, será adjudicado al consorcio conformado por empresas públicas de la comunidad internacional, la ecuatoriana Petroamazonas (51%), Enap de Chile (42%) y Belorusneft  de Bielorrusia (7%). La firma de dicho contrato es cuestión de días, según la información oficial.  En tanto, por el bloque 29 (desplegado en Pastaza, Napo y Francisco. de Orellana) se trabaja en una negociación con la empresa española Repsol. Mientras que se recibieron también ofertas de Andes Petroleum para los bloques 79 y 83 en la provincia de Pastaza.

Nuevos yacimentos

Un nuevo hecho se suma estos días a la situación social y económica en el suroriente de la Amazonía. Las exploraciones preliminares realizadas desde hace cuatro años por la empresa italiana Eni Agip Oi Ecuador BVl, contratista del bloque 10, en el campo Oglan, provincia de Pastaza, permitieron determinar la existencia de un yacimiento petrolero con reservas probables de 300 millones de barriles en sitio. En la prueba de producción en el campo Oglan fluyeron 1.100 barriles de petróleo por día. Esto indica una capacidad diaria de producción de hasta 2.000 barriles de petróleo por pozo. De acuerdo al Foro Energético y Minero, esta cantidad de crudo se suma a los 5.600 millones de barriles de reserva que tiene Ecuador. A esto se agrega el ITT, como proyecto inmediato y seguro, cuyas reservas cuantificadas por el Instituto Francés del Petróleo, ascienden alrededor de 900 millones de barriles de un crudo de 14 grados AP.

Los nuevos vientos que corren por la Amazonía fluyen de cara a un horizonte socio económico y cultural en que la cotidianeidad que vive la región cuenta con la participación activa y vigilante de la comunidad. El dirigente comunitario amazónico, Iván Quispe, resumió en una sola frase la nueva realidad: Ahora vamos a vivir el orgullo de ser petroleros. Esa afirmación encierra una verdad tangible: ahora el petróleo es una ilusión movilizadora como factor de desarrollo para la Amazonía. El suroriente hace posible cambiar la historia del pasado porque apuesta a una nueva realidad expresada en la decisión del Presidente Rafael Correa: no podrá salir un dólar de la región amazónica, proveniente del petróleo, sin que antes se haya saldado la deuda histórica de vencer la batalla contra la pobreza de esa región. Esta situación auspiciada por una reiterada voluntad de diálogo entre la comunidad y el Estado renueva la esperanza de los amazónicos, porque permite consolidar relaciones de confianza mutua para que, más temprano que tarde, el Ecuador inaugure el progreso y la justicia social de la Amazonia, región generosa y fecunda que financia con los frutos de la Pachamama el buen y vivir y desarrollo nacional de todo un país.          





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