Por Leonardo
Parrini
¡Que les vaya bonito! Con esta expresión
el Presidente ecuatoriano Rafael Correa, despidió literalmente del país a la
Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID. A juicio
del mandatario, Ecuador “ya no necesita ayudas para el desarrollo” y “tampoco
el país necesita caridad, las limosnas que daba USAID muchas veces
clientelarmente, lo puede hacer el Estado, lo que necesitamos es transferencia
de tecnología, inversiones, apertura de mercado”.
Lo cierto es que USAID se va del Ecuador, sin pena ni gloria, luego de
permanecer en el país desde 1942. ¿A qué se dedicó USAID en el Ecuador? Hacer que
ciertas cosas sucedan, en otras palabras, “a dar limosnas, clientelarmente”, según
la expresión de Correa, con un camuflaje que encubría actividades destinadas a otras
gestiones menos humanitarias. Conforme la apreciación de Gabriela Rosero, de la Secretaria Técnica de Cooperación
Internacional ecuatoriana (SETECI), “la cooperación estadounidense era captada
por un círculo de ONG, algunas de las cuales tenían objetivos políticos”. No
obstante, USAID encargada de distribuir la mayor parte de
la ayuda exterior de carácter no-militar norteamericana, se retira del
Ecuador aduciendo a razones económicas, puesto “que administrativa y
financieramente no podían continuar en el país porque no podían seguir
ejecutando recursos”.
USAID, que por
su propia definición mantenía una labor de “reforzar la política exterior
estadounidense, cooperando con los países receptores en las áreas económica, agrícola,
sanitaria, política y humanitaria, tuvo múltiples cuestionamientos por su
constante injerencia en las políticas de los gobiernos latinoamericanos. Uno de
los argumentos en contra de la agencia gringa es la de “trabajar en
colaboración con la Central de Inteligencia Americana CIA, o de realizar
actividades propias de la misma en diversos escenarios, como desestabilización
de gobiernos no alineados con las políticas de EEUU usando distintos medios”, y
recibiendo directrices estratégicas del Departamento de Estado norteamericano. No es desconocido que las propias autoridades
del organismo han reconocido su apoyo a fuerzas políticas opositoras a gobiernos
de América Latina, incluso en aquellos
en que los regímenes son democráticos.
Un reportaje de Eva Golinger en The New York
Times, señala: Un alto funcionario de la Agencia Internacional del Desarrollo
de Estados Unidos (USAID) confirmó este lunes que la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) utiliza el nombre de la USAID para otorgar fondos y
contratos a terceras partes que promueven sus operaciones. Según el
funcionario, un veterano de la agencia que ocupa el cargo de gerente regional,
la CIA está otorgando contratos bajo el nombre de la USAID sin que ésta esté
involucrada. Hace tres meses, dos agentes de la CIA fueron descubiertos
pretendiendo ser empleados de la USAID en un país africano donde la agencia del
desarrollo mantiene inversiones multimillonarias. Los agentes fueron removidos
del país. Según el periodista Jean-Guy Allard, uno de los casos más explícitos del trabajo
sucio de la USAID fue en Uruguay, Dan Anthony Mitrione, instructor
norteamericano en técnicas de tortura, se apareció en Uruguay con credencial de
la USAID, a finales de los 70, para adiestrar a policías, en un programa
secreto de destrucción de las fuerzas de izquierda en toda América Latina.
Ayuda internacional y el ecologismo
Entre las
preocupaciones imperantes relacionadas con el asistencialismo norteamericano en
el Ecuador, es que el setenta por ciento de esos recursos vayan a
organizaciones no gubernamentales que claramente no son afines a este Gobierno.
Estos recursos en su mayoría eran gestionados por ONG norteamericanas y de
empresas, muchas de ellas ni siquiera con sede en este país. El hecho de que
esos recursos de cooperación no vayan totalmente a quienes tenían que ir es lo
que más provoca nuestra preocupación, concluye Rosero. Esta preocupación coincide
con hechos de dominio público. La fundación ecologista Pachamama fue retirada del
escenario público por el Ministerio del Ambiente, debido a que esta la
autoridad consideró que la filial criolla de The Pachamama Alliance de los EE.UU se
dedicaba a actividades ajenas para las que fue autorizada.
Pachamama opera
en la Provincia de Pastaza vinculada a la promoción de actividades locales
opuestas a los proyectos hidrocarburíferos del Estado en la región suroriente
del país. Pachamama Alliance fue creada en 1995, a partir de un viaje de un
grupo de estadounidenses como Bill Twist, su esposa Lynne Twist y John Perkins,
a la Amazonía ecuatoriana, para ayudar a preservar y proteger el territorio y
la cultura achuar. Su principal propósito es responder al llamado de las organizaciones
indígenas de contar con sus aliados norteamericanos a “para cambiar nuestra
cultura de consumo excesivo a una cultura que honra y sostiene la vida”.
En versión de
diario El Telégrafo “The Pachamama Alliance, organización hermana de la
Fundación Pachamama en Ecuador, recientemente disuelta por el Ministerio del
Ambiente debido a que el pasado 28 de noviembre desvió los fines y propósitos
para los que fue constituida, ha mantenido ingresos de más de $26 millones en
los últimos 9 años. Según su página web www.pachamama.org, los ingresos que
mantiene provienen de donaciones, regalos y subvenciones que en un 90% son de
personas naturales. Igualmente, sus ingresos corresponden a las ganancias de
sus programas”. Un informe señala que desde 2003 hasta el 2012 sus fuentes de financiamiento
aumentaron y bordearon los 4 millones de dólares. Cerca del 80% de esos
recursos se han gastado “en los servicios de los programas, es decir, en los
talleres y trabajo conjunto que realizan con la Fundación Pachamama y otras
organizaciones para, supuestamente, defender los derechos de los indígenas y de
la naturaleza”. En esa labor encontrarían
eco en el colectivo amazónico La Hormiga,
con sede en la ciudad de Puyo, Pastaza, aunque dicha vinculación es desmentida
por su presidente, Diego Escobar quien rechaza los nexos con Pachamama y aporte
económicos de organizaciones extranjeras, para financiar campañas anti
petroleras, entre ellas Pachamama Alliance.
Goodbye USAID
Según fuentes del gobierno estadounidense, la
cooperación de USAID para el próximo año era de 18 millones de dólares, en “áreas
de promoción de ahorro rural y de fortalecimiento a la democracia”, transfiriendo
aproximadamente 809 millones en los 51 años que duró su permanencia en nuestro país.
La vigilancia sobre USAID provenía de la propia
Presidencia ecuatoriana desde junio de 2012, a partir de que Correa mencionó públicamente
que “Hay interferencia directa de grupos externos en países del ALBA (...) bajo
el pretexto de fortalecer la democracia y de ser interlocutores entre el poder
político y los ciudadanos, desestabilizan gobiernos”, resaltó en una de sus
alocuciones televisivas y mencionó que los gobiernos progresistas estaban
analizando la permanencia de la agencia estadounidense en la región. “Ya
estamos analizando seriamente, entre los países de la ALBA, expulsar a la USAID
de nuestros países, porque no permitiremos esta descarada intervención”.
Sin duda, los tiempos cambian y nuevos vientos
soplan los horizontes latinoamericanos. Atrás quedaron los años de la Alianza
para el Progreso, el plan asistencialista norteamericano para América Latina en
el marco de la guerra fría de los años sesenta. Sin duda ha quedado en el pasado “la
cooperación militar” directa norteamericana con claros fines geopolíticos en la
región. Ahora la llamada cooperación apunta a “la lucha contra el narco tráfico y trata de persona”, mientras que
nuestros países reclaman otro tipo de colaboración. Se trata en la actualidad
de reforzar relaciones y vínculos armónicos, equilibrados entre los países, a través
de una cooperación que supere el mero intervencionismo paternalista y
desestabilizador. Si el asistencialismo foráneo no se ciñe a estos parámetros básicos
de cooperación internacional pues, allí cobra doble sentido la afirmación del
Presidente ecuatoriano: Goodbye…y que les vaya bonito.
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