Por Leonardo Parrini
La opacidad de
la niebla no deja ver el horizonte en la escena bucólica. En primer plano, el
huerto de una casa rural cercado por una empalizada. En planos posteriores, árboles
que emergen de la bruma como fantasmas. La imagen evoca el lugar donde sucedió el
suicidio de niños en la localidad serrana de Chunchi. La cámara hace el
descubrimiento de seres ausentes, a través del testimonio visual que muestra el entorno
donde vivieron su existencia en soledad. Son los grandes ausentes: los hijos de
los migrantes de Chunchi. La imagen corresponde a la fotografía galardonada con
el Premio de Fotoperiodismo por la Paz Juan Antonio Serrano 2014. El autor, Paúl Navarrete, un joven
fotógrafo ecuatoriano con un trajín en varios periódicos y certámenes de fotografía.
Los hijos de la migración
Como hijo
de una madre que tuvo que emigrar, he sentido que tengo una deuda pendiente con
los otros que se quedaron y no tuvieron una experiencia positiva, dice Paúl, mientras su
mirada destella con la evocación de los protagonistas del proyecto que constó
de doce fotografías incluidas en el reportaje ganador: Mejor no hablar de los niños suicidas. Mientras esperamos el inicio
de la premiación en los patios del Centro de Arte Contemporáneo en Quito, Paúl habla
en voz baja, muy cerca de mi grabador, y me dice que el fotoperiodismo es una
forma de denuncia, ¿o de anuncio? Un
testimonio de vida. Comencé a fotografiar
por el gusto de hacerlo, por ego -dice
Paúl- tengo un instrumento poderoso, un lenguaje
fuerte y quiero denunciar. Me planteo la alteridad, me fijo en el sujeto, reconocerme
como el otro. Humanizar a las personas. El fotoperiodismo es compromiso, es una
actitud de vida, me levanto fotógrafo y me acuesto fotógrafo. Las cosas necesitan
ser contadas. Ahora busco sensibilizar a la gente y quiero esconderme y mostrar
el sujeto.
Para Stephen Ferry
-jurado estadounidense galardonado con el World Press Photo-,
el tema ganador trata de la descomposición
de la familia, narrado en forma inteligente,
sensible y con mucho respeto, un tema importante como una forma de mirar a la situación social y
entender algo muy humano, cuando un número de adolescentes decide poner fin a su
vida en una misma localidad.
Este año el certamen recibió más de setenta
trabajos, triplicando el número de participantes del año anterior. Mike Davis,
jurado internacional y editor de fotografía del National Geographic, afirma que
de 24 trabajos profesionales se seleccionaron seis semifinalistas, lo cual habla
de la calidad de los aspirantes al premio. Premiamos la composición, la luz, el color, la distancia
entre la cámara y el sujeto y si en la fotografía hay un momento de interés. Hay dos lados, el corazón del
proyecto que proponen, a qué se enfrentan; y el otro lado, si tienen cojones
fotográficos, si pueden desarrollar esa idea, si tienen la capacidad fotográfica para hacerlo, concluye
Davis.
Un taxi, un encuentro
En su segunda edición el
premio incorporó la categoría Estudiantes, entre universitarios amateurs de la fotografía
y resultó ganadora Esperanza Maldonado, con el tema Viajeros. Un acontecimiento
que ocurre dentro de un taxi y que denota la relación entre el conductor y sus
pasajeros a los que conoce desde el primer momento que abordan el vehículo
estableciendo una singular interrelación. Son
muchos datos que me acercan a quienes suben a mi taxi y me dice a grandes
rasgos, quién es, a quién estoy llevando. Nada más al abrir la puerta suelo
fijarme, por ejemplo, en su modo de sentarse, en cómo se dirige a mí al
indicarme el destino, si viaja dispuesto a mantener una conversación y en tal
caso cual será el tema, por qué ha escogido ese tema y no otro y, sobre todo,
para qué, con qué intención, o porqué decide permanecer en silencio durante
todo el trayecto. De todos ellos, en fin, se saca algo. De todos ellos se
aprende algo. Aunque sólo sea para aplicártelo a ti mismo, sostiene un
taxista de la localidad de Tumbaco. Esa mirada cotidiana a la vida, se hizo
acreedora del premio entre jóvenes fotógrafos iniciáticos.
La paz un motivo del fotoperiodismo
Invocar a la paz
en un país como Ecuador, pacífico por convicción, puede resultar una hipérbole
del idioma. Pero cuando reflexionamos junto a los organizadores del Premio
Fotoperiodismo por la Paz Juan Antonio Serrano emerge un sentido distinto del término. La paz
entendida como un estado de convivencia a la cual se accede por la
justicia social, la inclusión política, la equidad económica, el respeto a la
diversidad y reconocimiento del otro.
Coco Laso del colectivo
Paradocs, organizador del certamen, cree que invocar la paz en nombre del joven
fotógrafo, Juan Antonio Serrano, que concebía la luz como una metáfora de vida y la paz
como un sujeto fotográfico, es devolver un nuevo significado a esta esencial
aspiración humana que el Premio reivindica este año en su segunda edición.
Mike Davis, dijo
que la paz tiene que ver con la igualdad
la justicia, más que pensar en la paz como un conflicto. No es la paz versus la
guerra, sino la paz como una convivencia.
La guerra es una pequeña parte de lo que quiere decir conflicto. En
ese sentido la paz invocada en el Premio Fotoperiodismo por la Paz Juan Antonio Serrano tiene que ver con
el anhelo de justicia, inclusión, equidad, motivos que hacen posible la
convivencia pacífica. Esto confirma que la paz puede también ser una metáfora social, registrada bajo la luz reveladora por el fotoperiodismo ecuatoriano.
Genial! muchas gracias Leonardo, disfrute mucho la entrevista... un abrazo gigante!
ResponderEliminar