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miércoles, 2 de abril de 2014

CINE Y FOTOGRAFÍA, BAJO UNA MISMA LUZ


Por Leonardo Parrini

Las relaciones entre el cine y la fotografía no son incestuosas, pese a la hermandad cimentada bajo una misma luz cenital. Son relaciones de luminiscencias mutuas. Cineastas y fotógrafos, hoy día, saben de la importancia de un buen registro fotográfico durante el rodaje de un film; lo que se conoce como un tras cámaras, con fines periodísticos o publicitarios. Los fotógrafos acuñan escenas de rodajes que pueden incluir fotos fijas de cortes cinematográficos o imágenes que muestran la tramoya escenográfica. El documento, en ambos casos, adquiere un valor documental o estético significativo. Así lo entendieron, desde un comienzo, en 1947, los creadores de la agencia Magnum, el fotógrafo Henry Cartier-Bresson y sus colegas Robert Capa, David Seymour, Eve Alrnold, entre otros.

Con el material fotográfico recopilado durante varios años de trabajo, la agencia Magnum inauguró el 2 de abril en Madrid la exposición denominada La cámara indiscreta. Tesoros cinematográficos de Magnum Photos. La muestra incluye un centenar de escenas de películas que se hicieron célebres y que hoy son ya clásicos del cine. Entre las fotografías de la exposición se puede apreciar el glamour de Marilyn Monroe,  el sex-appeal de Ives Montand, la elegancia de Simone Signoret o la frescura de James Dean y su compañero de andanzas, Dennis Stock.

Detrás del lente manejado con talento por Cartier-Bresson, George Rodger o Bruce Davison, la agencia Magnum levantó un registro de vida, “creando un fresco irrepetible” en que lo importante eran ellos, no las fotos como señala  Elliot Erwitt. Los fotógrafos de Magnum iban a los rodajes con el ánimo de descubrir lo que se ocultaba tras los montajes escénicos del cine Hollywoodense, hasta que “espantados por una industria hermética” les hizo perder el encantamiento inicial. La relación entre Magnum y el cine comenzó con la presencia de Robert Capa, famoso fotoperiodista húngaro y corresponsal de guerra, cuyo nombre real fue Endre Erno Friedman. Capa se encontraba en el set donde se rodaba la película Encadenados de Alfred Hitchcock, protagonizada por su esposa Ingrid Bergman en Hollywood. En esa ocasión, Capa captó el tras cámara del filme, “atraído por la ambivalencia de la situación, por la realidad confrontada a la ficción y la ficción devorando la realidad, por esa tribu errante y sin patria que formaba el cine”. Fue un hecho inédito porque nunca antes un fotógrafo había ingresado a un set cinematográfico para realizar tomas. Ese día se inauguró una relación singular entre el cine y la fotografía.

Bergman fue una de las artistas más fecundas del cine del siglo XX. Su trayectoria le hizo acreedora a 3 Oscares y 5 Globos de Oro, además de otros palmarés. El día que la fotografió Capa en el set de Encadenados, la diva sueca era seguida por Ted Tetzlaff, durante horas de rodaje, “corrigiendo el ojo de la cámara, como su operador”. Capa fotografió ese instante mágico de la Bergman, bajo las luces del set, en el inició del mito que caracterizó al vínculo de Magnum con el cine. Hasta ese momento los estudios cinematográficos hacían fotos triviales para vender las películas, pero no se habían detenido en el registro artístico de una escena cinematográfica. A partir de entonces se dio una relación marcada por los contactos personales entre fotógrafos, actores o directores, que rompió el hermetismo y dio paso a la ruptura de una intimidad celosamente custodiada.

Se había abierto una ventana por donde mirar “la parte más íntima de los rodajes”. Nunca antes se vio lo prohibido: la intimidad de los actores, sus angustias ante la cámara, como es el caso de Marilyn Monroe que actuaba bajo el efecto de tranquilizantes. O el frío e impersonal corte, cuando ya la escena lograda ha consumido un tramo de vida del actor que se desdobla en sí mismo, bajo los reflectores, en busca de una identidad que no le pertenece. Los fotógrafos de Mágnum, sin proponérselo en un comienzo, habían logrado penetrar un mundo cerrado, oscuro que habría de ser visto bajo la luz cenital de la verdad, plasmando sus imágenes con la luminosa energía de los primeros días, hasta la oscuridad del tránsito y la tristeza y nostalgia del tramo final.

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