Por Leonardo Parrini
Época electoral. Tiempo de sonrisas, promesas
sugestivas, palmaditas en el hombro, caravanas de carros embanderados, tarimas
con artistas contratados, cancioncitas y jingles repiqueteando en las emisoras,
avisos en los periódicos enseñándonos a votar en plancha, y, lo más notable: el
rostro remozado de algunos funcionarios que ya ejercen cargos públicos de
elección -que solicitan la reelección el 20 de febrero-, lidiando con otros
cariacontecidos nuevos que estrenan por primera vez la sonrisa de campaña, el
gesto amable, el apretón de manos al elector.
El dicho popular dice que nunca segundas partes fueron buenas. Esta
máxima que surge de la sabiduría del pueblo, seguramente, quita el sueño a más
de algún candidato entre los 160 alcaldes que quieren ser reelegidos, a cuenta
de que se encariñaron con el poder. ¿Quién les invito al baile por segunda vez?
Nadie sabe, pero ahí están convencidos de que sin ellos la vida se detiene, el
país se detiene, y que sin ellos no hay paraíso.
El sistema está diseñado para este “abuso de confianza de los candidatos
a la reelección”, como dijo un ciudadano. La ley permite ser reelegido a
renglón seguido, sin más ni más. El argumento es que les faltó tiempo para
realizar la magna obra prometida o, que es mejor malo conocido que bueno por
conocer. Entre los aspirantes a la reelección se encuentran los actuales alcaldes
de Quito, Guayaquil, Cuenca, Santo Domingo, Ibarra y Manta. La mayoría forma
parte de las filas del movimiento Alianza País. En Guayaquil, Jaime Nebot aspira
a ser reelegido como militante de las huestes de Madera de Guerrero-Partido
Social Cristiano. En Manta, el alcalde Jaime Estrada se postuló nuevamente por el movimiento Unidad Primero, con apoyo oficial. En la prefectura del Guayas, Jimmy
Jairala busca ser reelecto y, como tal, ya cuenta con licencia para intentarlo.
En Cuenca, Paúl Granda, se acogerá a una licencia para arrancar la campaña
electoral de reelección, en tanto el Prefecto Paul Carrasco aspira a lo mismo.
En el norte del país, el alcalde Jorge Martínez sueña con la reelección, aun cuando
no solicita licencia para dedicarse al proselitismo electoral.
Sonrisa oficial vs sonrisa opositora
Observadores electorales dicen que esta campaña será puerta a puerta, pero más bien podría ser golpe a golpe, verso a verso, con la misma reiterativa fórmula de convencer que adoptan los candidatos en campaña. Apelando a la familia, los jóvenes, los migrantes, los desempleados, los aburridos, los inconformes, los despistados, los oportunistas, en fin, al hombre y mujer común de la calle que ve en los procesos electorales una oportunidad de renacer su esperanza en días mejores.
Otra característica es que la campaña de 45 días –para muchos un tiempo
muy corto-, será el primer día de lo mismo, si no se remoza el mensaje:
sonrisas sin palabras, palabras sin propuestas, propuestas sin garantía. Y lo
que es más grave, el corto tiempo que no da tiempo para desarrollar ideas, sólo
hay que sonreír y sonreír, estrechar manos, dar palmaditas en la espalda, lanzar
besitos volados y sonreír para la foto oficial.
Los candidatos oficialistas posarán junto al
Presidente Correa que ya tiene licencia para matar, electoralmente hablando;
como buen elector que es, endosará una vez más los votos a más de algún
candidato que no puede por sí mismo. La oposición de derecha, de izquierda y de
centro se alista para sostenerse a pulso, porque no tiene en quién apoyar la
imagen, más que en sus esmirriadas fuerzas. El MPD, comunistas pro chinos, no presentó candidaturas
para alcaldes y prefectos en dos grandes provincias Pichincha y Guayas, sin
embargo, si lo hizo en Esmeraldas, Cotopaxi, Tungurahua y Santo Domingo de los
Tsáchilas, en donde aspiran a alcanzar alguna dignidad con un trabajo
puerta a puerta y asambleas barriales, cuestionando al Gobierno. Los militantes de la
alianza Pachakutik - Izquierda Democrática (PK-ID), mantendrá trabajo barrial y
se tomarán, según anunciaron, los espacios públicos. Además harán uso de redes
sociales, como buenos tecnócratas indigenistas.
El postulante a Alcalde en Quito, Mauricio Rodas (Suma) se
inclinan por un trabajo barrial de a pie y motorizado, porque quiere palpar, en
el terreno de los hechos, si es capaz de vencer la maquinaria electoral del
Alcalde de Quito Augusto Barrera. Mientras tanto en Guayas, los roldocistas, huérfanos
de liderazgo, decidieron visitar los cantones costeños puerta a puerta. El
candidato a la prefectura de Guayas, César Monge, ya visitó los cantones
Guayaquil, Samborondón y Simón Bolívar. Los socialistas, tan experimentados en el trabajo
de masas, recién se han reunido para recibir instrucciones ideológicas del
partido de cómo enfrentar esta nueva contienda electoral.
Y los electores, ¿qué
debemos hacer?
Primero debemos exigir a los aspirantes a la reelección
rendición de cuentas contra sus propias ofertas electorales anteriores, transparencia
en la gestión realizada, evidencias de lucha contra la corrupción y constancia
de que su paso por el cargo mejoró en algo el entorno del electorado. Los
procesos electorales deberían contar con la posibilidad de impugnación directa
de la ciudadanía a los candidatos indeseables, fracasados, corruptos o
demagogos. En esa gestión de participación ciudadana efectiva y directa tiene
mucho que hacer el propio Consejo Nacional Electoral.
En épocas electorales aparecen las sonrisas
forzadas, las obras híper visibilizadas, las amabilidades populistas, las genuflexiones
ante el electorado que se empodera de decisión, pero que debería empoderar,
además, de actitud crítica y tomar examen a los postulantes. Se sabe que en
cada proceso electoral ecuatoriano los planes de gobernanza brillan por su
ausencia y sólo se confía en la sonrisa impostada, en la fotito con el jefe, en
la obrita de última hora o en la imagen creada en la pantalla de la tele.
No se trata de pedir grandes plataformas a
los candidatos. El elector debería exigir unas dos o tres ideas-fuerza que los
candidatos vayan a transformar en obras, o realizaciones por concretar una vez
elegidos. Una idea fuerza debería tomar en cuenta la aspiración más sentida de
la ciudadanía, la otra, proponer la solución más eficaz al peor problema local;
y la tercera, debe ser una idea de proyección futura, un ideal propuesto al
electorado en función de su mejor calidad de vida. Al menos eso.
No confiarnos a ciegas en las encuestas, es
saludable, porque han demostrado groseros márgenes de error en campañas anteriores. Las encuestas tienden a disfrazar resultados
previos y a confundir entre indecisos y opositores. Las encuestas son un
referente válido cuando están bien hechas, con profesionalismo, transparencia y
respetando la opinión ciudadana, sin manipulaciones posteriores.
Debemos analizar el potencial político de los
candidatos en función de su capacidad integral, actitud honesta y trayectoria
profesional. No es recomendable elegir a estrellitas de la tele, predicadores
de tomo y lomo, modelitos publicitarios o ilustres desconocidos que se lanzan
de espontáneos.
Una pregunta hay que hacerles no más a los
candidatos: Por qué quiere ser elegido, qué hará en el cargo y si está
dispuesto a que el pueblo revoque su mandato en cualquier momento. Tómese su
tiempo decida con serenidad, analice con lucidez y vote con responsabilidad,
pensando en los grandes propósitos nacionales. El día de la votación sonría con
satisfacción y fe en el futuro, sonría a la cámara: usted es el principal
protagonista de este proceso.
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