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domingo, 15 de julio de 2012

LAS ESPAÑAS DE JOAQUÍN


Por Leonardo Parrini

La canción de Joaquín Sabina, Mater España, que habla de las tantas Españas que coexisten dentro de las fronteras de un mapa con rostro de mujer, hacen pensar en las mil y una vivencias contradicentes de un país que se jacta de ser la Mater Patria, incubadora de una cultura de encomienda y caballería, de espejos y dioses obnubilantes, impuesta a capa y espada sobre otra cultura aborigen avasallada.

Mater España de barba peregrina, nueva Extremadura con orden y ley para hijos adoptivos y descarriados de ultramar,  pobres calibanes sin alma ni espíritu, asentados sobre una comarca pletórica de oro que hubo que conquistar a sangre y fuego en las tierras de El Dorado.

Madrastra España, de foros y tertulias somnolientas transmitidas a la hora de la siesta por Televisión Española, donde la perífrasis y el pleonasmo del castellano es el lenguaje confuso de políticos, empresarios y dirigentes sindícales que se resarcen en el hablar mucho y decir poco. Mientras que en los muros públicos los grafiteros hispanos cantan sus verdades, sin ambages: Gane o pierda, España es una mierda, en amarga referencia a sus resultados deportivos que muestran una efímera felicidad mediática.
                                                               
Crisis España, quebrada pero monárquica, de migrantes sudacas, moros y cristianos. La mater doliente de una mala racha, que por mala tiene responsables en políticos parlanchines que se jactaban de tener el sistema bancario más duro del mundo y de banqueros que se ufanaban de controlar los destinos políticos de la península ibérica. Paladines, ambos, del derroche, burbujas inmobiliarias, mano de obra migrante barata y despilfarro. Líderes fracasados que para mendigar préstamos preferenciales al FMI, argumentan no ser un país africano, en clara alusión racista de trasnochado colonialismo mental.

Huerfana España, raíces y cimientos, epidemias, cicatrices, blasfemias y sacramentos. Que dirá ahora Don Juan Carlos, quien con monárquica y ufana soberbia manda a callar a los mandatarios latinoamericanos por el oscuro hecho de no entender, como sus antepasados, que ya no somos ni queremos ser colonia de su corte. Caballero real de una monarquía obsoleta y parasitaria que, lejos de contribuir a la solución de la crisis, esquilma con lujos suntuarios de una diplomacia del placer, aún más las escuálidas arcas estatales. Mientras que sus súbditos encargados del poder hoy pretenden reponer fondos fiscales con más impuestos para los contribuyentes hispanos que, hartos de tributos, se niegan a “sostener el bienestar de los españoles”.

Cómplice España, tormento redentor de su propia caída. Mater doliente, comarca vencida, ¿dónde están tus caballeros andantes que derriban molinos de vientos en contra, dónde los Sabinas que te devuelvan el condumio de vivir como una Mater España, otrora orgullo y blasón, para tus hijos adoptivos de ultramar?

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