Por Leonardo Parrini
Un coro de niños canta ¿Cómo será la patria que construimos con
ese sacrificio y esa esperanza, cómo será la vida sin el martirio, como será la
Patria sin la tristeza…? Y las mismas voces, al unísono, responden !Patria de
revolución y de renacimiento!
Una niña de capacidades especiales avanza por la alfombra roja que
conduce hasta el presídium de la Asamblea Nacional del Ecuador. El rostro
emocionado del Presidente Rafael Correa observa a la niña que sostiene en sus
manos la Banda Presidencial. La Presidenta de la Asamblea, Gabriela
Rivadeneira, toma la banda tricolor y la cruza en el pecho de Rafael Correa,
que jura cumplir con el mandato popular para el que fue elegido hasta el 2017. El
mandatario queda legalmente posesionado como el Presidente número 110 en la
historia del Ecuador, para su tercer periodo presidencial. Una ovación de más
de dos mil asistentes emocionados retumba en las paredes del edificio de la
Asamblea Nacional ecuatoriana. Uno de los gestos metafóricos más potentes de la
historia política ecuatoriana, acaba de concluir la soleada mañana quiteña del
24 de mayo de 2013.
El Ecuador incluyente y revolucionario, pero por sobre todo ese país
emblemático, está hoy pleno de señales que hablan de una nueva etapa histórica
que busca dejar atrás el continuismo de quinientos años de colonialismo,
doscientos años de capitalismo y un cuarto de siglo de neoliberalismo, para
inaugurar lo que el discurso oficial proclama como la segunda independencia
nacional.
Una promesa llena de ambiciones populares y gubernamentales
sostenida sobre los resultados de seis años de gobierno de Rafael Correa que
lidera el cambio de época, está en marcha en el Ecuador que adoptó el camino de
la revolución ciudadana. Los avances del régimen, en un proceso que ya cumple
seis años, exhiben índices reveladores en aspectos económicos, políticos y
sociales, destacándose una nueva realidad en las áreas de la salud, vialidad,
vivienda, educación, inclusión política, apoyo al deporte, turismo y derechos
humanos. Este avance se cristaliza bajo el paradigma del Sumak Kawsay o buen
vivir, que supone igualdad de oportunidad, reducción de la brecha entre ricos y
pobres, apoyo a los discapacitados, entre otros aspectos sociales, a través de
un modelo de desarrollo solidario y sostenible.
Según el informe presidencial a la nación, desde el año 2007 la
economía del Ecuador creció en un 4.3%, porcentaje que se muestra por sobre el
promedio de crecimiento de América Latina que es del 3.5%. La CEPAL ubica al
Ecuador como el país que más reduce la desigualdad en el continente
sudamericano, puesto que de acuerdo a la cifra oficial, entre el 2006 y el 2012
en el país un millón de personas dejó de ser pobre, mientras que la pobreza
extrema se redujo de un 16% al 11%. El Ecuador, en el mismo periodo, ha
destinado el15% del Producto Interno Bruto a inversión pública y el 9% a
inversión social. Del PIB se destina solo un 12% al pago de la deuda externa,
porcentaje más bajo de América Latina.
En lo pertinente a las relaciones laborales, eje del desarrollo
armónico del país que antes mostraba un elevado nivel de conflictividad, el
Ecuador de hoy es un país con claros signos de justicia social. En ese
propósito se puso fin a formas de explotación de la mano de obra como la
tercerización, la contratación a tiempo parcial y el predomino del capital
sobre el trabajo.
La política exterior del régimen de Rafael Correa es una muestra
de clara vocación soberana y autonomía en la toma de decisiones, frente a
asuntos de proyección internacional. Al mismo tiempo, el área de relaciones
exteriores ha mostrado un sentido incluyente al dar cabida a sectores sociales,
antes nunca convocados, para la representación nacional en el exterior, como es
el caso de los embajadores y funcionarios del servicio exterior indígenas.
Un capítulo importante del proceso revolucionario ecuatoriano es
la significativa inclusión de la mujer en los procesos políticos y económicos.
En la representación femenina de la Asamblea Nacional la mujer ostenta un 40%
de dicha representatividad popular y ocupa roles de liderazgo del organismo
legislativo. La juventud ha retomado un protagonismo en la política, con
renovada fe en los procesos de participación organizacional y popular. La
política ha sido sincerada por un discurso frontal, sin ambages, que hoy
concibe su gestión como un acto de ennoblecimiento y dignificación humana que
dejó atrás el viejo esquema de servilismo personal y caudillismo de la acción
partidista.
La voz del pueblo
Un sondeo de opinión realizado por la empresa Cedatos Gallup,
estableció que el Presidente Rafael Correa inicia su tercer periodo
presidencial con el 63% de aprobación social a su gestión. El mandatario
ecuatoriano fue reelegido el 17 de febrero pasado con un 57% de los votos
válidos, es decir, cinco millones de sufragios.
Consultada la ciudadanía sobre los aspectos más relevantes del
Gobierno de Rafael Correa, un 76%
aprueba la gestión del gobernante en materia de vialidad, luego de que
el régimen transformó la infraestructura de carreteras del país en una red vial
de primer orden. El 74% de los ciudadanos aprueba la gestión gubernamental en
el área de la educación, actividad rescatada de viejos conflictos partidistas y
gremiales que causaron grave perjuicio a los procesos educativos en el
país.
Un 68% de los encuestados aprueba la gestión del régimen en el
sector vivienda y un 64% en el área de la salud donde el régimen exhibe
contundentes logros en cobertura, calidad y atención médica. Un 55% aprueba la
gestión gubernamental en la atención a los sectores más vulnerables y de
escasos recursos económicos. Según el sondeo, las asignaturas pendientes del régimen
son el manejo del desempleo y la corrupción, falta de creación de fuentes de
trabajo y poner fin a la inseguridad ciudadana.
El gran desafío
“La revolución, aun no es suficiente” ha dicho el primer
mandatario y este sentir coincide con algunos criterios que reclaman la
profundización del proceso. La visión futura del país para el régimen de Rafael
Correa está dada por el gran desafío de vencer la pobreza y desigualdad,
alcanzar la democracia real, profundizar los derechos políticos y concentrar
esfuerzos en el cumplimiento de grandes objetivos nacionales.
En esta nueva tarea el régimen se ha propuesto emprender un nuevo
rumbo económico con un cambio en la llamada matriz productiva del país. La
gestión de la economía pondrá énfasis en el sector estratégico, con cambios
concentrados en la matriz energética, la estructura petrolera, el desarrollo
del área minera, las telecomunicaciones, la ciencia y tecnología con
prioridad en áreas como la química,
metalúrgica, siderúrgica, refinación del cobre, y además incentivará la
tecnificación de los agricultores.
Se busca, estratégicamente, la “transformación de la matriz
productiva mediante un proceso gradual de sustitución de importaciones y
desarrollo de nuevos sectores que generen valor agregado, con incorporación del
conocimiento y talento humanos”. En el período 2007-2011 un 88% del valor de
sus exportaciones estuvo concentrado en productos primarios como el petróleo
crudo, banano, café, camarón, cacao, madera, atún y flores, entre otros. El
Ecuador depende en un 78% del petróleo, recurso natural no renovable cuyas
reservas son limitadas. El cambio sugerido se orienta a “buscar energía más
renovable y amigable con el ambiente e incrementar reserva petrolera, gas
natural y minería para cambiar la matriz productiva”. Ese cambio implica asumir
una nueva etapa basada en una economía del conocimiento como una herramienta
para alcanzar el desarrollo económico y social.
Este nuevo rumbo implica concebir los recursos energéticos como
dinamizadores de una economía diversificada en donde la electricidad es clave
como producto de exportación y fuente para el cambio de la matriz energética.
Se trata, en definitiva, de migrar hacia una economía de industrias
industrializantes que generen y desencadenen procesos productivos que
permitirán “reducir el desempleo, generar puestos de trabajo de calidad, mas
equidad y poner fin a la pobreza con un economía diversificadora y solidaria”.
Pero si se encamina la economía hacia el énfasis en el conocimiento, se deberá
tomar en cuenta el aporte de la academia -pública y privada- en la formación de
cuadros técnicos capacitados para asumir las tareas propuestas.
Los grandes desafíos del Ecuador de hoy, según el
analista Hernán Reyes, consisten en “pensar en la sostenibilidad de los
siguientes cuatro años” del régimen de Rafael Correa. Un desafío que entendemos
como la necesidad de profundizar los procesos de participación política y
control social para una efectiva consolidación de la democracia real. Se trata
de generar y establecer mecanismos y condiciones para motivar la participación
ciudadana, a través -si es necesario- de una reforma constitucional que optimice
la ley de participación.
En esa perspectiva la obtención de consensos mínimos regionales y
nacionales, privados y públicos, -incluso- entre oposición y Gobierno, es
esencial para aunar esfuerzos en el norte trazado por el régimen en el aspecto económico
productivo, base de todo gesto de liberación política y unidad nacional, frente
a los grandes intereses transnacionales.
Entre las asignaturas pendientes del periodo presidencial que se
inicia en Ecuador, la revolución agraria con la tecnificación del campo,
redistribución de la propiedad, crédito para insumos y acceso a mercados sin
intermediarios, ocupa un lugar primordial en la creación de un nuevo modelo
económico sustentable.
La revolución cultural es otra de las vertientes transformadoras que el Ecuador debe emprender. Una revolución que deberá impregnar al país de una energía creativa que le permita repensarse como nación para dejar de ser, definitivamente, el territorio feudal, neo colonial y neo liberal de antaño.
No ser más el País de Manuelito, de cuatro gamonales, el
territorio de la corrupción, el de las componendas. El absurdistan donde todo
podía ocurrir dentro de la lógica de la apropiación ilícita. El país propiedad
de los grandes recaderos de la oligarquía, el de los caciques locales y
regionales, el país de demagogos y congresos convertidos en circo con leones y
bufones. El país de pon y saca presidentes corruptos y traidores a la patria.
El país de la viveza criolla, el país sin vocación de futuro, el que jugaba
como nunca y perdía como siempre.
El país de Rafael enfrenta la segunda independencia – según la
define Juan Paz y Miño- como una liberación social frente a los sistemas de explotación y opresión y la
liberación nacional en términos de soberanía y dignidad del Ecuador frente al
mundo.
Vamos Ecuador, vamos a pasar esas "asignaturas pendientes"
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