jueves, 2 de mayo de 2013

RADICALIZAR LA REVOLUCIÓN


Foto L.Parrini
Por Leonardo Parrini

“Estamos a años luz del país que recibimos, pero también estamos a años luz del país que queremos”. Esta frase del Presidente Rafael Correa, resume la coyuntura nacional del Ecuador actual. Un país que hoy marcó un hito en su historia política, cuando por primera vez un Presidente ecuatoriano organiza, asiste y pronuncia el discurso de fondo, en la multitudinaria marcha del Primero de Mayo ante los trabajadores reunidos en la tradicional Plaza de San Francisco en Quito.

Bajo la consigna de Radicalizar la Revolución, en un discurso cuidadosamente estructurado en unidades temáticas y apoyado por un sistema de teleprompter, el Presidente Correa realizó una exhaustiva rendición de cuentas. El mandatario ecuatoriano se dirigió en el Día del Trabajador a una concentración ciudadana, frente a las cámaras de las cadenas de televisión que transmitían con unidades móviles, fotoperiodistas y reporteros de radios apostados sobre una tarima especialmente instalada para los medios informativos. 

Recibimos un país desmoralizado -dijo Correa- y hoy somos uno de los de mayor crecimiento en el continente. En una extensa alusión a las realizaciones de su gobierno, Correa destacó como logros del régimen a los miles de afiliados al sistema de seguridad social, la entrega de bonos de desarrollo humano, el nuevo destino de los fondos petroleros invertidos en políticas sociales, el fin de la subcontratación y el incremento del salario básico, el mejoramiento en el sistema tributario, la redefinición y optimización del rol del Estado, el rescate de la educación, el impulso a la sindicalización, la entrega de tierras a los campesinos, entre otros aspectos de su gestión.

Las tareas pendientes

No obstante, el Presidente señaló las tareas pendientes de lo que llamó “radicalizar la revolución”, que incluye la profundización de la reforma agraria, el cambio de la matriz productiva, generación de mayores fuentes de empleo, asumir la nueva era industrial con la explotación a fondo de recursos naturales no renovables como petróleo y minería, y cristalizar la revolución tecnológica con acceso a la sociedad del conocimiento.

Primero está el hombre, luego el capital, proclamó Correa en abierta crítica a los sectores financieros, banqueros y “medios de información mercantilistas” del país. La fustigación presidencial tocó también a sectores de izquierda, opositores al régimen, reunidos a pocas cuadras de la marcha oficial, convocados por el Frente Unitario de Trabajadores, FUT. “Ellos se creen radicales y se oponen a las industrias, no se trata de eso”, dijo Correa. El Presidente manifestó que dichos actores políticos coinciden con “los ecologistas infantiles”, oponentes a la actividades industriales extractivistas, a quienes recordó que “lo más importante de la Pachamama, es el hombre”.

El Primero de Mayo esta vez no fue, como tradicionalmente se convoca, “combativo y unitario”: dos marchas paralelas, sin actos de violencia, lo confirman. Si esa tendencia persiste, la unidad ecuatoriana entre los diversos sectores populares, seguirá siendo una asignatura pendiente y necesaria para asumir las nuevas tareas en la profundización del proceso de cambios sociales en el que está empeñado el Presidente. El Gobierno hace bien en identificar a sus “enemigos que no descansan”, ubicados a la derecha y la izquierda del régimen, pero eso no es pretexto para acentuar la diversidad por sobre la unidad nacional.

Este año la música fue la resonancia imperante en el ambiente del Día del Trabajador que marca el rumbo del nuevo Ecuador. Grupos artísticos criollos y un Jaime Guevara aguerrido pusieron la nota “subversiva” en la tarima opositora al régimen. Y un Quilapayun nostálgico venido desde Chile, evocó con fuertes añoranzas en la tribuna oficial, los acordes que se entonaban en aquellos días de la Unidad Popular, cuando desde el extremo sur del continente aprendimos que el pueblo unido jamás será vencido.

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