Por Leonardo Parrini
Cuando la Asamblea General de la ONU, por recomendación de la
UNESCO, instituyó el 3 de mayo como el Día de la Libertad de Prensa en 1993,
estuvo inspirada en el derecho a la libre expresión que nos asiste a todos los
habitantes del planeta, contemplado en el artículo 19 de la Declaración
Universal de los DDHH de 1948. En su espíritu inicial la decisión de la ONU
buscó “celebrar los principios fundamentales de la libertad de prensa, evaluar
la libertad de prensa, defender los medios de comunicación de los atentados
contra la independencia y rendir homenaje a los periodistas que han perdido sus
vidas en el cumplimiento de su deber”.
Con el devenir del tiempo, esta declaración que nació como
defensa, a priori, de los medios de información, se convirtió en un paño de
lágrimas, post mortem, por los periodistas asesinados. Según la UNESCO, más de
600 periodistas han sido asesinados en los últimos diez años en el mundo, y sólo
en 2012 la cifra fue de 121. Reporteros sin Fronteras maneja cifras que dan
cuenta de 88 reporteros y 47 blogueros ultimados el año pasado.
Este año 2013 la conmemoración del Día de la Libertad de Prensa
incluye un foro en Costa Rica, denominado: "Hablar sin riesgo: por el
ejercicio seguro de la libertad de expresión en todos los medios". La
fecha, sin duda, representa una valiosa ocasión para que la sociedad reflexione
sobre el sentido de la libertad de
prensa. Y dilucide si ésta es efectiva sólo cuando se trata de la libertad de
expresión de los medios o incluye la libertad de opinión de los periodistas y,
más aún, si representa el derecho a la libre expresión de la ciudadanía en su conjunto,
como reza el espíritu de la Declaración Universal de los DD.HH. de la ONU.
Según datos de la organización Campaña Emblema de Prensa (PEC),
publicados en diario El Comercio de Quito, “Pakistán es el país en el que un
mayor número de periodistas fueron asesinados, en concreto nueve, seguido por
Somalia donde fueron asesinados cinco reporteros. La situación sigue siendo
sombría en otros países, debido a los problemas de acceso a las zonas de
conflicto. Este es el caso de Siria, donde este año son cuatro los reporteros
asesinados”.
El reporte del periódico quiteño señala que “en Brasil fueron
asesinados cuatro reporteros, dos en Guatemala, México y Paraguay, y uno en
Ecuador, Filipinas, Haití, la India, Kenia, Nigeria, Perú, República
Centroafricana, Rusia, Tanzania y Yemen”. Conforme la publicación, el año 2012
murieron asesinados 141 periodistas en ejercicio de su labor.
Por su parte, el grupo independiente Freedom House, con sede en
Washington, en su último informe global señala que “Paraguay y Ecuador cayeron
en el 2012 en la lista de los países donde la prensa solo es "parcialmente
libre", según refiere El Comercio. La publicación puntualiza que Ecuador
bajó de categoría entre los países que tienen “prensa libre”, porque “ha caído
17 puntos en los últimos cinco años, uno de los más dramáticos declives en el
mundo".
¿Qué se defiende en el alegato por una prensa libre?
En el Ecuador, sin que necesariamente se haya puntualizado con
claridad el concepto que alude a la libertad de prensa, se mencionan casos
puntuales, como ejemplo de la falta de libertad que afectaría a las empresas
mediáticas del país. Diego Cornejo Menacho, director ejecutivo de la Asociación
Ecuatoriana de Editores de Periódicos (Aedep), citado por El Comercio, señala
que “se han producido juicios que desde nuestro punto de vista son escandalosos
por la forma y el procedimiento en que han sido implementados, contra la
revista Vistazo, el diario La Hora, El Universo y contra periodistas. Hay
algunos casos de clausura de algunos medios, con procedimientos que son
discutibles, polémicos".
La legisladora ecuatoriana de la bancada oficial, Gina Godoy,
integrante de la Mesa de Justicia en la Asamblea Nacional, replica que “se
busca una prensa libre de poderes económicos que en otra época colocaban y
sacaban presidentes y ministros". Y, a reglón seguido, pregunta:
"¿Dónde están los periodistas muertos o heridos, para hablar de una
persecución?"
La diversidad construye democracia
El debate sobre el tema debe encender una alarma, puesto que la
discusión no contempla el hecho de que la libertad de prensa es presentada,
muchas veces, como la prerrogativa que tienen las empresas mediáticas
-televisión, prensa escrita, radio- de difundir contenidos, en opinión e información
coherente con su línea editorial. Pero, ¿Cómo se establece la política
editorial de los medios de prensa y a qué intereses responde ésta?
El tema así expuesto amerita replantear los derechos a la libre
expresión que asiste a todos los ciudadanos, no sólo a los medios informativos.
La forma en que la han asumido como libertad de empresa, a la cual tienen derecho
dentro del sistema vigente, difiere en estricto sentido de la libertad de
prensa proclamada. En rigor, libertad de prensa para los medios y libertad de
expresión para el periodista, son dos cosas distintas. La exención que tienen
los medios de actuar bajo un régimen de liberalismo empresarial, no equivale al
derecho que tienen los periodistas a expresar sus ideas y opiniones.
En el ejercicio profesional, como empleados de un medio o en
ejercicio independiente, los periodistas
no deberían ser objeto de autocensura, ni censura previa por parte del propio
medio, peor aún, recibir amenazas externas contra la integridad fisca o moral.
Y, qué decir del derecho que tenemos ciudadanos y ciudadanas de expresarnos sin
cortapisas, con opción a la libertad de reunión, asociación, opinión y difusión
de ideas, bajo el credo que cada cual profese al amparo de la ley.
Visto así, la libertad de prensa que reclaman los empresarios de
los medios informativos se queda corta respecto de las amplias alternativas que
deben garantizar, a la ciudadanía en su conjunto, la libre expresión, sin
apremios. Dicha libertad no es un mero hecho mediático, o una condición del
mercado informativo, puesto que implica el pleno reconocimiento a la diversidad
de opinión y a la información variada a que tienen derecho los públicos. Una
pluralidad imperativa que, referida al caso de la prensa, hemos denominado
Infodiversidad. Esta diversidad informativa entendida como un bien común, debe
garantizar no sólo el derecho de las personas a manifestar sus puntos de vista,
sino además, la opción de las fuentes involucradas en una noticia de dar su
versión de los hechos, incluido el periodista y los diferentes testimonios
consultados.
Y es ahí donde surgen los bemoles. Este es un ejercicio que no se
cumple, en la abrumadora mayoría de casos de la práctica mediática. Las
informaciones y opiniones editoriales, por lo general, recogen una versión
unilateral sin contraste de miradas. La diversidad informativa debe expresarse
en un rasgo de pluralidad en las pantallas de televisión, páginas de periódicos
e informativos de radio, como contraste de fuentes en sus diversas versiones.
Confrontación necesaria para que los públicos se formen su propia percepción y
criterio de lo que ven, leen o escuchan. La ausencia de fuentes contrastadas
echa por tierra la llamada “libertad de prensa”, puesto que la expresión de uno
y el silencio censurador de otros contradice, en su sentido más elemental, la
noción de libertad como un derecho humano.
Otro factor atentatorio a la diversidad de opinión es la
concentración de la propiedad de los medios de comunicación que no permite la
pluralidad en la información, poniendo en riesgo la libertad de expresión y el
derecho de las audiencias a recibir informaciones múltiples. La miscelánea
temática del contenido publicado en los medios -privados y públicos- está dada
por lo que se ha denominado la Agenda Setting o selección que los medios hacen
de un tema descartando otros, prerrogativa que las empresas mediáticas
consideran, de suyo, inalienable. Dicha selección, arbitraria por lo demás, determina
qué historias poseen interés informativo y cuánto espacio e importancia se les
da. El punto central de esta práctica es la capacidad de los mass media para
graduar la importancia de la información que se va a difundir, dándole un orden
de prioridad para obtener mayor audiencia, mayor impacto y una determinada
conciencia sobre la noticia.
La concentración de medios privados acaparados y la monopolización
estatal de los medios informativos, sin una clara política pública de
comunicación que garantice la diversidad informativa, se asimilan como un
atentado a la democracia. Sin duda, este es un fenómeno que debe ser evitado en
el Ecuador por constituir una práctica nociva que genera inequidad entre los
medios alternativos restantes y los públicos diversos. La Libertad de
expresión, diversidad y pluralidad de opinión, concebidas como un bien común,
son condiciones básicas para la existencia de una sociedad más democrática y
justa.
Hola, estimado.
ResponderEliminarInteresante artículo, pero quisiera saber si conoce el autor y/o nombre de la pintura que le sigue al título.
Atento a sus comentarios.