viernes, 3 de mayo de 2013

LIBERTAD DE EXPRESIÓN: UN BIEN COMÚN EN DEMOCRACIA


Por Leonardo Parrini  
 
Cuando la Asamblea General de la ONU, por recomendación de la UNESCO, instituyó el 3 de mayo como el Día de la Libertad de Prensa en 1993, estuvo inspirada en el derecho a la libre expresión que nos asiste a todos los habitantes del planeta, contemplado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los DDHH de 1948. En su espíritu inicial la decisión de la ONU buscó “celebrar los principios fundamentales de la libertad de prensa, evaluar la libertad de prensa, defender los medios de comunicación de los atentados contra la independencia y rendir homenaje a los periodistas que han perdido sus vidas en el cumplimiento de su deber”. 

Con el devenir del tiempo, esta declaración que nació como defensa, a priori, de los medios de información, se convirtió en un paño de lágrimas, post mortem, por los periodistas asesinados. Según la UNESCO, más de 600 periodistas han sido asesinados en los últimos diez años en el mundo, y sólo en 2012 la cifra fue de 121. Reporteros sin Fronteras maneja cifras que dan cuenta de 88 reporteros y 47 blogueros ultimados el año pasado. 

Este año 2013 la conmemoración del Día de la Libertad de Prensa incluye un foro en Costa Rica, denominado: "Hablar sin riesgo: por el ejercicio seguro de la libertad de expresión en todos los medios". La fecha, sin duda, representa una valiosa ocasión para que la sociedad reflexione sobre  el sentido de la libertad de prensa. Y dilucide si ésta es efectiva sólo cuando se trata de la libertad de expresión de los medios o incluye la libertad de opinión de los periodistas y, más aún, si representa el derecho a la libre expresión de la ciudadanía en su conjunto, como reza el espíritu de la Declaración Universal de los DD.HH. de la ONU. 

Según datos de la organización Campaña Emblema de Prensa (PEC), publicados en diario El Comercio de Quito, “Pakistán es el país en el que un mayor número de periodistas fueron asesinados, en concreto nueve, seguido por Somalia donde fueron asesinados cinco reporteros. La situación sigue siendo sombría en otros países, debido a los problemas de acceso a las zonas de conflicto. Este es el caso de Siria, donde este año son cuatro los reporteros asesinados”. 

El reporte del periódico quiteño señala que “en Brasil fueron asesinados cuatro reporteros, dos en Guatemala, México y Paraguay, y uno en Ecuador, Filipinas, Haití, la India, Kenia, Nigeria, Perú, República Centroafricana, Rusia, Tanzania y Yemen”. Conforme la publicación, el año 2012 murieron asesinados 141 periodistas en ejercicio de su labor. 

Por su parte, el grupo independiente Freedom House, con sede en Washington, en su último informe global señala que “Paraguay y Ecuador cayeron en el 2012 en la lista de los países donde la prensa solo es "parcialmente libre", según refiere El Comercio. La publicación puntualiza que Ecuador bajó de categoría entre los países que tienen “prensa libre”, porque “ha caído 17 puntos en los últimos cinco años, uno de los más dramáticos declives en el mundo". 

¿Qué se defiende en el alegato por una prensa libre? 

En el Ecuador, sin que necesariamente se haya puntualizado con claridad el concepto que alude a la libertad de prensa, se mencionan casos puntuales, como ejemplo de la falta de libertad que afectaría a las empresas mediáticas del país. Diego Cornejo Menacho, director ejecutivo de la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos (Aedep), citado por El Comercio, señala que “se han producido juicios que desde nuestro punto de vista son escandalosos por la forma y el procedimiento en que han sido implementados, contra la revista Vistazo, el diario La Hora, El Universo y contra periodistas. Hay algunos casos de clausura de algunos medios, con procedimientos que son discutibles, polémicos". 

La legisladora ecuatoriana de la bancada oficial, Gina Godoy, integrante de la Mesa de Justicia en la Asamblea Nacional, replica que “se busca una prensa libre de poderes económicos que en otra época colocaban y sacaban presidentes y ministros". Y, a reglón seguido, pregunta: "¿Dónde están los periodistas muertos o heridos, para hablar de una persecución?" 

La diversidad construye democracia

El debate sobre el tema debe encender una alarma, puesto que la discusión no contempla el hecho de que la libertad de prensa es presentada, muchas veces, como la prerrogativa que tienen las empresas mediáticas -televisión, prensa escrita, radio- de difundir contenidos, en opinión e información coherente con su línea editorial. Pero, ¿Cómo se establece la política editorial de los medios de prensa y a qué intereses responde ésta? 

El tema así expuesto amerita replantear los derechos a la libre expresión que asiste a todos los ciudadanos, no sólo a los medios informativos. La forma en que la han asumido como libertad de empresa, a la cual tienen derecho dentro del sistema vigente, difiere en estricto sentido de la libertad de prensa proclamada. En rigor, libertad de prensa para los medios y libertad de expresión para el periodista, son dos cosas distintas. La exención que tienen los medios de actuar bajo un régimen de liberalismo empresarial, no equivale al derecho que tienen los periodistas a expresar sus ideas y opiniones. 

En el ejercicio profesional, como empleados de un medio o en ejercicio  independiente, los periodistas no deberían ser objeto de autocensura, ni censura previa por parte del propio medio, peor aún, recibir amenazas externas contra la integridad fisca o moral. Y, qué decir del derecho que tenemos ciudadanos y ciudadanas de expresarnos sin cortapisas, con opción a la libertad de reunión, asociación, opinión y difusión de ideas, bajo el credo que cada cual profese al amparo de la ley. 

Visto así, la libertad de prensa que reclaman los empresarios de los medios informativos se queda corta respecto de las amplias alternativas que deben garantizar, a la ciudadanía en su conjunto, la libre expresión, sin apremios. Dicha libertad no es un mero hecho mediático, o una condición del mercado informativo, puesto que implica el pleno reconocimiento a la diversidad de opinión y a la información variada a que tienen derecho los públicos. Una pluralidad imperativa que, referida al caso de la prensa, hemos denominado Infodiversidad. Esta diversidad informativa entendida como un bien común, debe garantizar no sólo el derecho de las personas a manifestar sus puntos de vista, sino además, la opción de las fuentes involucradas en una noticia de dar su versión de los hechos, incluido el periodista y los diferentes testimonios consultados. 

Y es ahí donde surgen los bemoles. Este es un ejercicio que no se cumple, en la abrumadora mayoría de casos de la práctica mediática. Las informaciones y opiniones editoriales, por lo general, recogen una versión unilateral sin contraste de miradas. La diversidad informativa debe expresarse en un rasgo de pluralidad en las pantallas de televisión, páginas de periódicos e informativos de radio, como contraste de fuentes en sus diversas versiones. Confrontación necesaria para que los públicos se formen su propia percepción y criterio de lo que ven, leen o escuchan. La ausencia de fuentes contrastadas echa por tierra la llamada “libertad de prensa”, puesto que la expresión de uno y el silencio censurador de otros contradice, en su sentido más elemental, la noción de libertad como un derecho humano. 

Otro factor atentatorio a la diversidad de opinión es la concentración de la propiedad de los medios de comunicación que no permite la pluralidad en la información, poniendo en riesgo la libertad de expresión y el derecho de las audiencias a recibir informaciones múltiples. La miscelánea temática del contenido publicado en los medios -privados y públicos- está dada por lo que se ha denominado la Agenda Setting o selección que los medios hacen de un tema descartando otros, prerrogativa que las empresas mediáticas consideran, de suyo, inalienable. Dicha selección, arbitraria por lo demás, determina qué historias poseen interés informativo y cuánto espacio e importancia se les da. El punto central de esta práctica es la capacidad de los mass media para graduar la importancia de la información que se va a difundir, dándole un orden de prioridad para obtener mayor audiencia, mayor impacto y una determinada conciencia sobre la noticia. 

La concentración de medios privados acaparados y la monopolización estatal de los medios informativos, sin una clara política pública de comunicación que garantice la diversidad informativa, se asimilan como un atentado a la democracia. Sin duda, este es un fenómeno que debe ser evitado en el Ecuador por constituir una práctica nociva que genera inequidad entre los medios alternativos restantes y los públicos diversos. La Libertad de expresión, diversidad y pluralidad de opinión, concebidas como un bien común, son condiciones básicas para la existencia de una sociedad más democrática y justa.

1 comentario:

  1. Hola, estimado.

    Interesante artículo, pero quisiera saber si conoce el autor y/o nombre de la pintura que le sigue al título.

    Atento a sus comentarios.

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