Foto L.Parrini
Por Leonardo Parrini
“Estamos a años luz del país que recibimos, pero también estamos a años luz del
país que queremos”. Esta frase del Presidente
Rafael Correa, resume la coyuntura nacional del Ecuador actual. Un país
que hoy marcó un hito en su historia política, cuando por primera vez un
Presidente ecuatoriano organiza, asiste y pronuncia el discurso de fondo, en la
multitudinaria marcha del Primero de Mayo ante los trabajadores reunidos en la
tradicional Plaza de San Francisco en Quito.
Bajo la consigna de Radicalizar la
Revolución, en un discurso cuidadosamente estructurado en unidades
temáticas y apoyado por un sistema de teleprompter,
el Presidente Correa realizó una exhaustiva rendición de cuentas. El mandatario
ecuatoriano se dirigió en el Día del Trabajador a una concentración
ciudadana, frente a las cámaras de las cadenas de televisión que transmitían con
unidades móviles, fotoperiodistas y reporteros de radios apostados sobre una
tarima especialmente instalada para los medios informativos.
Recibimos un país
desmoralizado -dijo Correa-
y hoy somos uno de los de mayor crecimiento en el continente. En una extensa
alusión a las realizaciones de su gobierno, Correa destacó como logros del
régimen a los miles de afiliados al sistema de seguridad social, la
entrega de bonos de desarrollo humano, el nuevo destino de los fondos
petroleros invertidos en políticas sociales, el fin de la subcontratación y el
incremento del salario básico, el mejoramiento en el sistema tributario, la
redefinición y optimización del rol del Estado, el rescate de la educación, el
impulso a la sindicalización, la entrega de tierras a los campesinos, entre
otros aspectos de su gestión.
Las tareas pendientes
No obstante, el Presidente señaló las tareas pendientes de lo que llamó
“radicalizar la revolución”, que incluye la profundización de la reforma
agraria, el cambio de la matriz productiva, generación de mayores fuentes de
empleo, asumir la nueva era industrial con la explotación a fondo de recursos
naturales no renovables como petróleo y minería, y cristalizar la revolución
tecnológica con acceso a la sociedad del conocimiento.
Primero está el hombre, luego
el capital, proclamó Correa
en abierta crítica a los sectores financieros, banqueros y “medios de
información mercantilistas” del país. La fustigación presidencial tocó también
a sectores de izquierda, opositores al régimen, reunidos a pocas cuadras de
la marcha oficial, convocados por el Frente Unitario de Trabajadores, FUT.
“Ellos se creen radicales y se oponen a las industrias, no se trata de eso”,
dijo Correa. El Presidente manifestó que dichos actores políticos coinciden con “los
ecologistas infantiles”, oponentes a la actividades industriales
extractivistas, a quienes recordó que “lo más importante de la Pachamama, es el
hombre”.
El Primero de Mayo esta vez no fue, como tradicionalmente se convoca,
“combativo y unitario”: dos marchas paralelas, sin actos de violencia, lo
confirman. Si esa tendencia persiste, la unidad ecuatoriana entre los diversos
sectores populares, seguirá siendo una asignatura pendiente y necesaria para
asumir las nuevas tareas en la profundización del proceso de cambios sociales
en el que está empeñado el Presidente. El Gobierno hace bien en identificar a
sus “enemigos que no descansan”, ubicados a la derecha y la izquierda del
régimen, pero eso no es pretexto para acentuar la diversidad por sobre la
unidad nacional.
Este año la música fue la resonancia imperante en el ambiente del Día
del Trabajador que marca el rumbo del nuevo Ecuador. Grupos artísticos criollos
y un Jaime Guevara aguerrido pusieron la nota “subversiva” en la tarima
opositora al régimen. Y un Quilapayun nostálgico venido desde Chile, evocó con
fuertes añoranzas en la tribuna oficial, los acordes que se entonaban en
aquellos días de la Unidad Popular, cuando desde el extremo sur del continente
aprendimos que el pueblo unido jamás será vencido.
bien correaaa.!!!
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