jueves, 27 de febrero de 2014

¿UNIDOS JAMÁS SEREMOS VENCIDOS?

Por Leonardo Parrini

El pueblo unido jamás será vencido. Esta frase, verso o slogan, como se la quiera llamar, tiene origen made in Chile y ha regido la vida de los procesos políticos desde hace ya cuatro décadas a nivel latinoamericano. Funcionó en Chile en septiembre de 1970 cuando Salvador Allende ganó la Presidencia y no funcionó en Chile, el 11 de septiembre de 1973 cuando Allende perdió la Presidencia y la vida por un golpe de Estado militar. 

En Ecuador se la canta, se la grita, se la cree vigente y necesaria, pero no se la práctica en los hechos: en las elecciones del 23 de febrero quedó demostrado que el pueblo desunido si fue vencido. O al menos el frente oficial no fue con todas las fuerzas alineadas en un mismo propósito electoral. Lo reconoció el Presidente Correa al señalar que la falta de alianza con Avanza, al menos mermo fuerzas. Desunido en los frentes amplios y desunidos en el frente interno del propio movimiento de Alianza País donde las rencillas, los resentimientos han impedido esa unidad, el desastre electoral se veía venir aun cuando no en la magnitud que se ha dado.  

Si no fuera así, el gabinete seguiría intacto pero, saludable decisión presidencial ha sido renunciarlo en pleno para quedar con las manos libres de seleccionar mejores cuadros, no solo ministros, sino cuadros que lleven adelante el proyecto revolucionario ciudadano con éxito. Es una prerrogativa presidencial, pero que intuimos por elemental criterio de verdad y de inteligencia que la decisión el Presidente no la tomará en solitario. En primer lugar, porque los procesos políticos son cuestión de equipos y porque, en este caso, los responsables de la derrota del domingo son muchos, no sólo el líder.

Decir que se ha ganado cuando las cifras indican otra cosa, puede ser una sobredosis de imaginación, pero los porfiados hechos dicen lo contrario; es mejor tener sentido político realista que sentimientos políticos subjetivos. Según últimos datos del conteo rápido del Consejo Nacional Electoral (CNE), Alianza País perdió en todas las capitales de provincias de la Sierra, ganó apenas una en la Costa y una en el Oriente. Esto quiere decir que se pierden los GADs con poder de decisión y acción local que entrarán en contradicción con la política pública central del régimen. Los que es peor, el resultado refleja una correlación de fuerzas adversa en calidad y en cantidad. El Gobierno ha ganado en lugares de segundo orden electoral.

¿Qué se obtiene con mayorías poco influyentes, en términos de educación política, gobernanza, poder adquisitivo, o decisión de voto? Quedó demostrado que para influir en las masas influyentes, hace falta más que un aparato de movilización de masas al estilo de las grandes concentraciones cubanas o venezolanas. Para aquello, nada más, se requiere de aparatos de choque, de un equipo de propaganda eficaz y de una orgánica a nivel provincial, cantonal y barrial. Pero gobernar un país y multiplicar el apoyo demanda de esfuerzos superiores, ya implica el uso de otros elementos ideológicos, recursos educativos y comunicacionales de movilización masiva. El mejor ejemplo es la cruzada que llevó al poder a la revolución ciudadana hace siete años: objetivos claros con resultados claros. Se nos dijo para dónde ir, porqué hacerlo y cómo hacerlo. Hoy día aquello está difuso y confuso.

Cambios estratégicos

Rafael Correa es un líder indiscutible, ¿eso quiere decir que no se puede discutir con él, que no se deja asesorar o que las decisiones primeras y últimas pasan por su escritorio sin ser analizadas en colectivos de consenso? No queremos pensar que es así. Pero sí pensamos que existe una falta de cuadros estratégicos capaces de diseñar, o al menos, implementar una estrategia, una vez que se la ha definido en el Buró dirigente. El equipo ejecutor y asesor debe ser político y técnico, dijo Correa y es correcto, y por lo demás obvio. El proyecto revolucionario ciudadano no requiere políticos por osmosis, ni tecnócratas insensibles, si no cuadros comprometidos con una estrategia y capacitados para defenderlo con acierto.

No basta con subirse a la tarima y cantar que estamos unidos y que jamás seremos vencidos o sonreír indefinidamente para la foto al lado del Presidente. Claro, el pueblo unido jamás será vencido, a condición de que exista un proyecto político claro, con estrategias diáfanas que nos digan qué país queremos, para dónde vamos y cómo conseguirlo sin ser vencidos en el intento. Para eso se requiere reestructurar la orgánica, más allá del gabinete. Lenin decía que nuestros errores son la continuación de nuestras virtudes y eso es muy cierto. Virtud del Presidente Correa es liderar con liderazgo fuerte, error es que eso no permita el desarrollo de nuevos cuadros. Virtud presidencial es aparecer en todas, error que eso opaque o vuelva facilistas y oportunistas a los colaboradores que sólo aportan con la sonrisa para la foto. La reestructuración ministerial debe ir mucho, mucho más allá de un simple, enrroque político, un cambio de oficina del mismo tipo de  funcionarios que se han mostrado ineficientes.  

Las fichas están a la vista. No es difícil concluir en que María de los Ángeles Duarte,  “no ha podido crear un tejido social en Guayas, capaz de cuestionar el poder de Jaime Nebot”. El Presidente Correa deberá examinar la eficacia de Galo Mora, a la hora de  organizar las huestes y bases de apoyo social y político de Alianza País. Betty Tola, Ministra de la Política, debe ser evaluada en su gestión de ampliar la base de apoyo del régimen y ver si es real su fracaso como estratega. Las alianzas provinciales no funcionaron por “sectarismo”, ha dicho el Presidente Correa y lo confirman los protagonistas de ese fracaso. El caso cuencano es evidente muestra de aquello que señala el Presidente. Por principio, a la hora de los cambios de gabinete, no se debería premiar a los que fracasaron renombrándolos con otros cargos estratégicos.

Llegó la hora de repensar la revolución. Se requiere que una nueva actitud revolucionaria que empiece y pase por el movimiento Alianza País y se refleje en la nueva composición del gabinete. Ahora se estrechó el margen de error y no hay todo el tiempo del mundo para mostrar capacidad de gobernanza revolucionaria. Una revolución que genere nuevos liderazgos de cara al 2017. Mandos centrales alineados con el líder que encabece la lucha por el poder en el próximo periodo y mandos medios que soporten el peso de la responsabilidad de movilizar las voluntades ciudadanas. Ya se demostró que no se es invencible. Para recuperar la capacidad de influencia política sobre un país en proceso de cambio, con amplias bases sociales y mandos medios de calidad, hay que hacer una profunda reestructuración, incluso ideológica, del estilo y orgánica política. Y así ver si la ciudadanía generosa otorga una nueva oportunidad, gracias a eso que llaman mística y fidelidad popular. Eso que permite que unidos jamás seamos vencidos.

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