sábado, 29 de junio de 2013

LOS ECUAGRINGOS VENDEPATRIAS


Por Leonardo Parrini

Revisar la historia ecuatoriana a la luz de la sapiencia de Jaime Galarza Zavala, es un privilegio a disposición de todos. Allí están sus notas de prensa y sus libros, clásicos entre clásicos, como el memorable Festín del Petróleo. Ahora que Ecuador avanza enrumbado en una nueva era de manejo responsable de sus recursos naturales, bajo directrices de una política pública hidrocarburífera digna y nacionalista, se vuelve un deber académico releer ese libro trascendental en la historia del petróleo ecuatoriano. El Festín del Petróleo provocó en 1972 “una verdadera conmoción nacional, pues mostraba con lujo de detalles, incluidos documentos y mapas, cómo el país había sido retaceado en un sinfín de concesiones petroleras, que constituían verdaderos obsequios a las multinacionales, comenzando por Texaco, Gulf, Shell, etc.”

Muchas son las razones que ameritan, precisamente hoy, reconocer los acontecimientos históricos a la luz de una nueva mirada del país soberano que renació de la voluntad popular en los últimos siete años. Bástenos comprender que Ecuador no sólo está cruzado por la línea del equinoccio, sino por la línea divisoria que separa a la inmensa mayoría conformada por hombres y mujeres de bien, de una esbirra minoría de norteamericanizados que viven y sueñan con ser colonia de los EE.UU.

Acertado adjetivo acuñó Galarza, ecuagringos, para referirse a “esa especie de sujetos que de ecuatorianos sólo tienen la cédula de identidad, pues su corazón y su mente están siempre agarrados al dólar y al “sueño americano”. Y la historia que narra Galarza, con ese sabor singular, está llena de esos personajes que, habiendo nacido en suelo ecuatoriano, habrían sido felices de ser paridos en Miami o Nueva York.

Entre ellos destaca Galarza a “Julio Tobar Donoso, oligarca y conservador, en vez de cortarse la mano para no suscribirlo, firmó el infame Protocolo de Río de Janeiro, conforme instrucciones del presidente Carlos Alberto Arroyo del Río, oligarca y liberal, que más que presidente se había constituido en dictador gracias a  las “facultades omnímodas” concedidas por un Congreso Nacional integrado por una mayoría de esbirros.”

Profusas páginas de esa historia ocupa Arroyo del Rio, el presidente que entregó el país al militarismo peruano, “agasajado espectacularmente por Nelson Rockefeller, el amo de la Standard Oil de Nueva Jersey, el monopolio petrolero más grande del mundo, que se hallaba detrás de la agresión peruana en el afán de consolidar su imperio con la concesión del oriente ecuatoriano, donde se había asentado su gran rival, la Shell angloholandesa.”

O el inefable Galo Plaza Lasso, apodado por sus peones como Patrón Galito, “el nombre del gobernante que más hiciera en el siglo veinte para entregarnos atados de pies y manos a los yanquis”. En referencia al hacendado serrano, Galarza esgrime filudos argumentos: “grande amigo de Nelson Rockefeller, el amo absoluto del más feroz dinosaurio petrolero, la Standard Oil de Nueva Jersey, sino el príncipe favorito de los monarcas del Imperio. Acordémonos de lo siguiente: la Shell, el otro más grande dinosaurio petrolero, éste de origen angloholandés, se hallaba apoderado de medio Oriente ecuatoriano gracias a la concesión (un increíble regalo) que le hiciera en 1937 el dictador Federico Páez. Pues bien, pronto la Shell anunció que, dados los espectaculares descubrimientos de petróleo amazónico, pronto manaría de los pozos una riqueza enorme para hacerle feliz al hambriento pueblo ecuatoriano”. Plaza Lasso, no obstante, es autor de la sorprendente afirmación: “El oriente es un mito. Allí no hay petróleo. Tampoco esas tierras son buenas para la agricultura. Debemos acercarnos a la costa”. Esa visión presidencial motivó a la Shell a abandonar el país, “debiendo millonadas al Estado, a los trabajadores y a las poblaciones orientales”.

En una segunda alusión, Galarza se refiere a que el “ex mandatario Plaza Lasso firmaba, en 1950, el Pacto Militar con Estados Unidos por el cual el Ecuador se comprometía a brindar apoyo en materia de territorio, hombres y armas para las guerras del Imperio, y como se hallaba encendida la guerra de Corea, Plaza donó millares de quintales de arroz para las tropas yanquis”. Galarza cuenta que “Patrón Galito, tenía por encima patrones inmensamente más altos y poderosos, comenzando por su permanente auspiciador, Nelson Rockefeller, dueño de la empresa petrolera más grande en la historia del mundo, y de latifundios en el Ecuador, como Coffea Robusta, en el cantón Balzar”.

Hoy, al cabo de los años de esa historia de personajes que marcaron todo un estilo de relación ecuatoriana con los EE.UU., algunos ecuagringos andan sueltos y son los mismos que se oponen a la política soberana del Estado ecuatoriano frente a la prepotencia yanqui. Son los que añoran a las transnacionales gringas arrasando el suelo amazónico, en busca de petróleo, bajo condiciones leoninas de llevarse el 85% de la ganancia. Son aquellos que mendigan el mendrugo de las preferencias arancelarias a Norteamérica. Son quienes quieren un Ecuador sometido, que incline la frente ante el amo del norte. Hoy, “a pesar de los cantos de amor que le dedican los ecuagringos” al imperio, Ecuador reafirma su impronta de dignidad en sus decisiones soberanas. Para mal de esa especie, felizmente en extinción.

5 comentarios:

  1. Anónimo6/29/2013

    Bravo por esa crítica, sin embargo, te olvidas de algo: el imperialismo de a poco ya no tendrá que ver con EEUU, sino con China. Dentro de 50 años, probablemente, la historia que has escrito sobre Plaza Lasso sobre su relación con EEUU y las concesiones petroleras, la escribirá alguien sobre la relación de Rafael Correa con la República 'Popular' China y sobre las concesiones mineras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Anónimo6/30/2013

      Entonces escribiran de la relacion de China con EEUU, Alemania, Francia, España, Austria, Suiza,Africa, Brasil, Europa en general.... etc.... Actualmente China es una gran potencia Financiando a grandes potencias.

      Eliminar
  2. Anónimo6/29/2013

    una decision soberana no es buena por ser soberana. A veces, decisiones soberanas pueden ser ridiculas, como el que renunciemos a algo de lo que no formamos parte, como el ATPDEA (no hay una contraparte ecuatoriana en el ATPDEA, es prerogativa unica del congreso gringo reducirnos los impuestos). Pero mas alla de la falla en la logica de esta "renuncia", esta el ridiculo politico de reaccionar como estado ante declaraciones de medios de prensa que no representan la posicion oficial del estado norteamericano, o que reaccionemos como estado ante las declaraciones de un congesista gringo. Para ilustrar, imaginemonos como nos reiriamos si los EEUU adoptaran una posicion oficial de estado como respuesta a las declaraciones de Gilmar Gutierrez, o de un editorial del Comercio o el Universo. Las declaraciones de Alvarado podran ser soberanas, pero la soberania es solo el primer paso, y por lo visto, nos faltan muchos mas por recorrer.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo6/30/2013

    Informate mas la amenaza de quitarla es de congresistas, es decir de un ente del Gobierno de EEUU. Q estan en discusion si las renuevan o no, pero eso depende de q tan obediente eres. Tu opinion es muy simple.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Anónimo7/01/2013

      si se que es un congresista: Robert Menendez. Por eso hice el paralelo con Gilmar Guitierrez, congresista ecuatoriano. Las decisiones del poder legislativo de un pais se toman por votacion. La opinion particular de uno de sus miembros por si sola no representa la posicion del estado. Es algo que se llama "democracia".

      Eliminar