Por Leonardo Parrini
Algunas de las normas tácitas
del funcionamiento del sistema político norteamericano hablan de que los mercados se
regulan solos y que las decisiones políticas internacionales las impone el más
fuerte. Estas verdades de Perogrullo se vinieron al suelo estos últimos días
con la decisión unilateral de Ecuador de renunciar a las prebendas de la ATPDEA
o régimen de preferencias arancelarias otorgadas por EE.UU. a países
sudamericanos. La Ley de Preferencias Arancelarias de los Países Andinos fue
creada en 1991 y consistía en la eliminación de aranceles a una serie de
productos para Perú, Bolivia, Colombia y Ecuador, a cambio de su lucha contra
el narcotráfico. EE.UU. suspendió de este beneficio a Bolivia en el 2008.
En tanto, Perú y Colombia ya no necesitan el programa por la entrada en vigor
de sus tratados de libre comercio. Ecuador esperaba su renovación en julio
próximo, asunto que era poco probable.
Las consecuencias económicas de renunciar a la
ATPDEA no son lo peor, al fin y al cabo el impacto en efectivo se remite a 23
millones de dólares anuales por concepto de impuestos. Lo singular del hecho es
el precedente de que un país latinoamericano, en uso de su derecho soberano a
tomar decisiones en política exterior, se atreva a contrariar la norma del más
fuerte, del país hegemónico que impone condiciones en el mercado de las
mercancías y en el mercado de las ideas.
En ese sentido, Ecuador sigue
dando señales de audacia, dignidad -y porque no decirlo-, de provocadora
maniobrabilidad política. Su decisión de renunciar a la ATPDEA le tuerce el
brazo a los EE.UU. en su afán de castigar al país que se desalinea de su
política exterior y de sus intereses estratégicos a largo plazo.
Si bien las preferencias
arancelarias del ATPDEA estaban a punto de morir en julio por falta de decisión
política norteamericana, no es menos cierto que el tira y afloja deja de ser un
asunto económico para transformarse en un tema de dignidad nacional. EE.UU.
suspendería el ATPDEA ante la eventualidad de que Ecuador otorgue asilo
político a Edward Snowden, requerido por la justicia estadounidense bajo cargos
de espionaje.
¿Por qué si el ATPDEA se otorga a cambio de la lucha contra las
drogas, ahora se condiciona su vigencia a otras decisiones políticas? En
respuesta, Ecuador ha desafiado a EE.UU. al renunciar unilateralmente a las
preferencias y ofrecerle una “ayuda” económica de 23 millones de dólares, para
que EE.UU. capacite a su gente en el respeto a los derechos humanos.
¿Cuánto nos cuesta el desplante?
Con la decisión ecuatoriana se
desinfla el chantaje que ejerce el país norteamericano a sus socios comerciales
y proveedores que, a cambio de no cobrar impuestos por el ingreso de sus
productos, impone decisiones políticas. Esta es una fehaciente muestra de que
el mercado no se regula solo, sino que es posible manipular condiciones
arancelarias y precios de compra venta, según interés políticos del comprador.
Queda demostrado que para los EE.UU. la economía, así como la guerra, es hacer
política por otros medios.
Ecuador ha tomado medidas para
compensar la pérdida de las preferencias que le restan competitividad, solicitando
que algunos productos de exportación no petroleros que representan el 45% de
las ventas ecuatorianas a Norteamérica, pasen al Sistema Generalizado de
Preferencias (SGP) que mantiene EE.UU. con 130 países. Los productos
mencionados son las rosas, brócoli y alcachofas, sin embargo, no está claro que
aquello sea posible e incluso existe el temor de los empresarios ecuatorianos
de que EE.UU. no efectivice el SGP con Ecuador, sistema que junto con la Atpdea
cubre unos 4.000 productos. Ecuador comercializa unos 800 ítems bajo ambos
programas, como cerámicas, quinua, baldosas, mermeladas, pulpas de frutas, etc.
El Gobierno ecuatoriano está dispuesto a poner en práctica un programa de apoyo
a los empresarios exportadores, mientras que el monto requerido para cubrir las
pérdidas de competitividad, incluida una eventual pérdida del SGP, se calcula
en 400 millones de dólares, según sectores empresariales.
La posición ecuatoriana es de
rechazo a los chantajes arancelarios. El secretario de Comunicación, Fernando
Alvarado ha dicho que "Ecuador no acepta presiones ni amenazas de nadie y
no comercia con los principios ni los somete a intereses mercantiles por
importantes que estos sean". Para muchos se trata de un desplante moral
que requiere, además, de una victoria material, puesto que como bromeaba mi
abuelo: buenos son los ideales, pero mejor son los cereales.
Rafael Correa es ECONOMISTA, y de los buenos. Confío en su conocimiento y humanismo, para asegurarnos por sobre el capital. Concepto que los norteamericanos no conocen, pues el capitalismo lo tienen en la médula desde el momento de nacer. Confío en el presidente Correa... no en OBAMA!
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo...
EliminarDesde q conozco el tal ATPDEA...al Ecuador no le ha ido bien econômicamente. Solo a los grandes capitalistas..q a costa de la diplomacia de mi pais s ganan muchisimo dinero y se ahorran impuestos...es lo q yo entiendo.....
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