jueves, 30 de mayo de 2013

CLOSE UP AL NUEVO DIRECTOR DEL CNCINE: JUAN MARTIN CUEVA


Por Leonardo Parrini

Salió humo blanco: habemus nuevo Director Ejecutivo del Consejo Nacional de Cinematografía del Ecuador. El nombramiento recayó en Juan Martin Cueva, cineasta de vieja data y gestor cultural a la cabeza de importantes eventos cinematográficos realizados en el país. Juan Martin, de personalidad afable, gesto seguro y bien meditado uso de sus conceptos, asume el desafío con mucho carrete recorrido en la producción y en la gestión cinematográfica. En su trayectoria destaca el Festival de Cine Cero Latitud, además, es miembro fundador de Cinememoria e integrante del equipo organizador del Festival Internacional de Cine Documental Encuentros del Otro Cine EDOC. Entre sus realizaciones documentalistas más sobresalientes están Este maldito país (2008) y El lugar donde se juntan los polos, que obtuvo el premio al Mejor documental en el Festival Internacional de Cine de Valdivia, Chile, 2002.  

Lo notable, desde la primera toma de este close up a Juan Martin, es que tiene la película clara de lo que se debe y se puede hacer en el CNC. Una entidad creada para fomentar la producción cinematográfica, impulsar la formación de públicos y salvaguardar el patrimonio fílmico y audiovisual del Ecuador. Sin duda, todo un desafío para el flamante Director que deberá poner en acción un trabajo que signifique cristalizar retos y expectativas de desarrollo del cine, como se propone Cueva. De cara a ese propósito, Juan Martin ha manifestado su decisión de hacer un diagnóstico sereno y una hoja de ruta realista, con aportes y sugerencias de los sectores interesados en la gestión del CNC.

En la sinopsis de la propuesta de Cueva al frente del CNC se vislumbra un enfoque dirigido a cambiar –diríamos- la matriz productiva del cine ecuatoriano, en sincronía con la nueva era industrial que emprende el Ecuador. Esto hace sentido en un país que se ha caracterizado por expresiones cinematográfica autorales; por lo mismo, ricas en miradas diversas y convexas de un cine hecho a pulso, sin mayores recursos, pero con notables resultados. En este propósito industrializador, no debería perderse aquel sello personal que cada director, realizador o autor ha puesto en las películas criollas y que han resultado celebradas dentro y fuera del país. Cuando el talento personal ha logrado proyectar un lenguaje propio, inteligente y afirmatorio de la identidad nacional o regional, a través de historias suscitadoras, este esfuerzo autoral ha sido reconocido por la crítica, los festivales y, lo más importante, por el público.

Esa potencia productiva debe multiplicarse desde el CNC bajo la dirección de Juan Martin, ahora con apoyo de la ley, asignaciones presupuestarias y estrategias claras. Si la industria genera recursos, ya sea por taquilla o por fondos estatales, y así potencia el éxito de las mejores realizaciones y dichos excedentes permiten, solidariamente, subvencionar la cristalización de creaciones de menor alcance, enhorabuena. Si todo aquello significa industrializar el cine ecuatoriano, pues bien, luces, cámara y acción.

¿Y qué hay de los grandes circuitos de distribución, en que nuestras realizaciones fílmicas locales perviven marginadas? Pues habrá que poner énfasis también en la circulación de la obra, puesto que allí radica el punto débil del proceso de producción cinematográfica en el Ecuador. Consciente de aquello, Juan Martin considera que no se puede decretar –por decirlo de alguna manera- el taquillazo de una película, ni se puede apelar a un mero sentimiento nacionalista para hacer entrar al público a una sala y aplaudir la producción criolla, si ésta no ofrece un atractivo al espectador. En tal sentido, en un mercado de 14 millones de boletos vendidos anualmente, Cueva propone una producción destinada al gran público y otra enfocada, con criterio más selecto, vía festivales y premios internacionales. Se apagan las luces y nos disponemos a ver la realización del CNC -con un nuevo guion que deberá ser exitoso para el cine nacional- bajo la dirección de Juan Martin Cueva.

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