GRANDES TEMAS - GRANDES HISTORIAS

E c u a d o r - S u d a m é r i c a

miércoles, 27 de junio de 2012

¿QUÉ HACEN SUS HIJOS EN INTERNET?


Por Leonardo Parrini

Una encuesta realizada recientemente en los EEUU señaló que el 70% de los jóvenes ocultan sus actividades en Internet ante los ojos de sus progenitores. La investigadora TRU, contratada por una empresa que desarrolla un software para que los padres monitoreen qué hacen sus hijos en la red, encuestó a 1,013 padres y a 1,004 adolescentes estadounidenses entre los 13 y los 17 años.

Los menores encuestados durante el mes de mayo - vía internet -  reconocieron que los contenidos que ven en la red y ocultan a sus padres, tienen relación con contenidos violentos (43%) y pornográficos (32%). El 15% de los adolescentes dice haber hackeado cuentas en las redes sociales, 9% lo ha hecho con cuentas de correo electrónico, 12% se reunió personalmente con alguien que conoció a través de internet y el 16% de los adolescentes dijo haber utilizado su teléfono celular para hacer trampa en los exámenes de la escuela.

El sondeo revela  - además - que los padres desconocen estas actividades de sus hijos en la red y la voz de alarma habla de la urgencia de controles en ese sentido. Lo sorprendente es que casi la mitad de los padres instalan algún tipo de controladores para internet, según resultados de la encuesta. El 44% de ellos saben las contraseñas de sus hijos, y uno de cada diez utiliza algún tipo de dispositivo de localización. Esto es posible gracias a un nuevo software denominado Safe Eyes que “permite a los padres ver las actividades y comportamientos de sus hijos en línea y bloquear ciertas páginas web”. Esta tecnología hace posible, adicionalmente, que los padres tengan acceso a las publicaciones de las redes sociales de sus hijos y a sus conversaciones en mensajes instantáneos.

Queda al descubierto así que la privacidad de los jóvenes en la red se viene al suelo por el control parental que sus padres ejercen, situación que no es bien vista por especialistas como Justin Patchin, profesor de justicia criminal y director del Centro de Investigación sobre el Ciberacoso Escolar, quien señala: “No creemos que sea una buena idea que los padres espíen a sus hijos de forma tan clandestina, ya que eventualmente encontrarán algo por lo que tendrán que confrontarlos, y que destruirá las otras líneas de comunicación”.

Los jóvenes tienen la película clara respecto al control de sus padres ciber espías: “No tendría tanta libertad frente a un computador si sé que me están espiando", dice Andrés de 13 años.  Su respuesta no se hace esperar y coincide con la de los muchachos encuestados, cuando se le pregunta qué hace para evitar el espionaje familiar: Limpiar el historial de navegación (53%). Cerrar o minimizar el navegador cuando los padres están cerca (46%). Ocultar o borrar los mensajes instantáneos o videos (34%). Mentir u omitir información sobre las actividades en internet (23%). Utilizar una computadora que los padres no revisen (23%). Utilizar un dispositivo móvil con acceso a internet inalámbrico (21%). Utilizar la configuración de seguridad para hacer que ciertos contenidos sean visibles sólo por sus amigos (20%). Usar el navegador en modalidad privado (20%). Crear cuentas de correo electrónico privadas que los padres desconozcan (15%). Crear perfiles falsos o duplicados dentro de las redes sociales (9%).

Algo huele mal en la desvencijada confianza entre padres e hijos. El espionaje parental equivale a tapar el sol con un dedo, y se muestra ineficaz en relación al diálogo, la influencia y el ejemplo, únicos caminos que garantizan una armónica y saludable relación familiar.

domingo, 24 de junio de 2012

MUCHO RUIDO, POCAS NUECES


Por Leonardo Parrini

La destitución del presidente Fernando Lugo, sustentada en un acuerdo del Congreso paraguayo por una mayoría de 39 votos contra 4, cuyo argumento fue “el mal desempeño de sus funciones”, desencadenó la inmediata reacción de los países latinoamericanos que, con un denominador común de rechazo al nuevo régimen, manifestaron su intención de aislar y desconocer al entrante gobierno de Federico Franco.

A simple vista las decisiones de Argentina, Ecuador y Venezuela de retirar sus embajadores de Asunción y la de Chile, de llamar a consulta a su representante diplomático ante Paraguay, hablan de una vocación constitucional y madurez democrática en un continente que ha permanecido buena parte de su historia republicana regido por dictaduras, militares o civiles, que por gobiernos legitimados en la voluntad popular. Bajo esa epidermis constitucionalista asistimos a la consolidación de una diplomacia montonera, de bloque y de acuerdos colectivos, gracias a la nueva correlación de fuerzas políticas que impera en América Latina.

Una diplomacia que presiona, pero no sanciona; que insinúa, pero no concreta. Los acuerdos de rechazo en los organismos subregionales como Mercosur y las Cumbres presidenciales, hasta este instante, no se muestran suficientes para motivar y conseguir la reposición del mandatario paraguayo depuesto. Anteriormente observamos el mismo fenómeno ante el golpe de Estado que depuso al presidente Manuel Zelaya de Honduras, quien tuvo que dejar el cargo, sin vuelta atrás, pese a la presión latinoamericana contra los usurpadores del poder en ese país.

¿Qué hace que seamos un continente de fácil palabra y difícil acción?

Somos un continente declaratorio que gusta de los gestos espectaculares, de histrionismos políticos y golpes de efecto propagandístico, muy común en los regímenes que miden fuerzas y sobreviven a través del impacto que las estridencias del verbo provocan en las masas electorales.  

Los países sudamericanos, conducidos por políticos de liderazgos temperamentales, nos unimos en las formalidades y  protocolos que nos proyectan con buena imagen ante las cámaras. Pero cuando se trata de imponer el respeto a nuestros derechos, nos quedamos en el discurso de una realidad continental donde todavía mantienen vigencia la demagogia política, la desigualdad económica y la exclusión social.  

La razón que explica este panorama de diplomacias declarativas es que, dicho en verdad, aun no consolidamos un proceso de unidad continental que vaya más allá de las coyunturas y nos permita actuar coludidos, por un mismo destino, frente a las presiones externas de potencias transnacionales. Todavía nos importa mucho el qué dirán los EEUU o los organismos multilaterales que nos otorgan créditos a cambio de actuar bajo sus designios.

Vivimos una democracia que luce bien en los desfiles cívicos y en los foros académicos, pero que en el fondo no alcanza el poder de una voluntad política intransable. Esa misma democracia simulada nos hace practicar una diplomacia de podio que insufla estridentes discursos, pero que consigue escuálidos resultados en la práctica.

Qué falta que nos hace falta vivir una democracia convertida en forma de ser más soberanos ante nosotros mismos y ante el mundo. Una democracia que permita ejercer una diplomacia, con menos ruido y más nueces, que imponga el respeto por nuestros mejores principios continentales como sociedad madura en la convivencia y en la connivencia de pueblos hermanos.

jueves, 21 de junio de 2012

EL ASILO CONTRA LA OPRESION


Por Leonardo Parrini

En una época de pragmatismos políticos y económicos mantener los principios, contra viento y marea, puede ser que equivalga a agitar las tranquilas aguas del acomodaticio neutralismo ideológico y desencadenar una tormenta. El Gobierno del Presidente ecuatoriano, economista Rafael Correa, ha sostenido que Ecuador es un país incluyente y democrático, progresista y revolucionario, que admira y respeta las libertades contra todo tipo de opresión.

La petición de asilo político de Julian Assange, creador de los WikiLeaks “el sitio web que ha revelado cientos de miles de cables y otras informaciones de gobiernos y corporaciones multinacionales de todo el mundo, con un riesgo evidente de ser deportado, primero a Suecia y luego a los Estados Unidos, donde probablemente sea condenado a muerte”, debe ser considerada en arreglo a dichos principios. Assange abandonado por la decisión de Australia, su país, de “no hacer nada para defenderlo”, decidió solicitar asilo político en la Embajada de Ecuador en Londres.

El mandatario ecuatoriano en reciente entrevista de televisión manifestaba a Julian Assange su bienvenida “al club de los perseguidos”, en evidente reconocimiento de dicha condición en la persona del entrevistador. El Presidente Correa, sin duda, hacía referencia a los enemigos de Assange, alineados en la OTAN, que no han escatimado argumentos y acciones para silenciar la organización de Julian Assange, afectados por las “revelaciones de WikiLeaks especialmente dañinas para los intereses del imperio, que ha desatado toda su saña contra el grupo”, según expresión de la prensa latina.

Las consideraciones de principios que deben primar a la hora de decidir otorgar el asilo político a Julian Assange dicen relación con las denuncias suyas, que han puesto en evidencia las acciones de “las potencias de la OTAN que están llevando adelante un asalto fascista contra todas las instituciones que deberían garantizar un marco, aunque sea mínimo, de relaciones civilizadas entre los países”.

¿Por qué Julian Assange elige a Ecuador, país latinoamericano, para su refugio político?

En primer lugar porque reconoce en el continente, y en particular en Ecuador, las condiciones básicas para proteger su vida en un país respetuoso de las libertades públicas, de los derechos humanos y de la diversidad de expresión. El solo reconocimiento de esa condición a Ecuador es ya un valor agregado al prestigio internacional del Estado y pueblo ecuatorianos en el mundo. Además, identifica una resuelta tendencia continental sudamericana de oponerse a los designios de las potencias estatales y privadas que ha denunciado en sus wikileaks, con absoluto arreglo a un valiente ejercicio de libertad de información.

La libertad y diversidad de expresión es lo más valorable que podemos defender: si por eso alguien es perseguido merece el asilo contra la opresión. Otorgar el asilo para quien abrió un espacio importante al libre flujo de la llamada información clasificada, haciendo gala de libre información, es otra señal de soberanía y disposición política a defender dichos principios. En la balanza de las conveniencias políticas se deberá sopesar esta decisión, clave para la imagen del país en el exterior.

domingo, 17 de junio de 2012

SEIS VOCES ESENCIALES





Por Leonardo Parrini

Asistir a un recital colectivo de poesía en un mundo de comunicaciones virtuales, discursos parafrásticos  y  simulaciones electrónicas es, en definitiva, una tentativa que bordea la más flagrante utopía. Significa volver a recobrar la fe en la palabra que busca la emoción, como condición poética esencial.

En el Recital de poesía Seis, poetas, seis voces, seis poéticas, asistimos a la escucha de seis voces al unísono, cada cual dando cuenta de lo suyo, con un denominador común y, al mismo tiempo, extraordinario. ¿Cuál? Poner distancia rotunda al repertorio del simulacro - moneda corriente de un mundo de apariencias - para ir de bruces al fondo esencial de las realidades circundantes y, de las otras, las introspectivas. El tono destellante, la connotación transparente y la luminiscencia fugaz de cada verso se tornan perennes en el instante poético de este texto colectivo que “supera el racionalismo del discurso que busca limitarlo”, como diría Juan Secaira.

El volumen que recoge estas seis consonancias poéticas lleva un título sutil, De la ligereza o velocidad que también es perfume. Una obra que, según citó Jorge Dávila Vázquez en su presentación: “Nos acerca con este libro de complicidades a la trashumancia y permanencia del ser contemporáneo que somos”.

Una poesía de servicio público, artículo de primera necesidad que se esfuerza por llegar a ser de consumo masivo, porque refuerza el poder comunicativo de la palabra dicha desde la intimidad vivencial del poeta, de carne y hueso, en complicidad con el lector.

Cuando la poesía se ha vuelto escasa en un mundo de espacios globalizados, de utopías caídas y discursos pretenciosamente racionalistas que escatiman una respuesta a lo esencial del ser humano, emergen estas voces suscitadoras, con más dudas que certezas. Retornamos a través suyo al estado primigenio del arte: el gesto que acerca el hombre a sí mismo y le devuelve el ser en estado originario, desde él y hacia él.

Seis voces, seis poéticas

En esta tentativa de factura colectiva hallamos altísona la voz de Marialuz Albuja Bayas, poetisa del desarraigo: Como una perra que ha perdido el rumbo, nos habla de su extravío.  Padre, me has desterrado / Voy en busca de un lugar para quedarme. Poesía que da cuenta de pretéritos sin futuro, sin la promisoria algarabía de la fe: Y no importa que ya nadie sepa de nosotros pues el absoluto es hoy, y en su fuego de relámpago brillamos.

Convencido de que la memoria es un traqueteo perdurable, Javier Cevallos Perugachi va a la búsqueda del reflejo de la ciudad primigenia en todas las ciudades, para darnos una poesía de reminiscencias ancestrales que escarba, - cual arqueólogo - entre escombros de un pretérito presente. Trashumante poeta de movilidad geográfica y espiritual, Cevallos, propone que todo traslado es ilusión, el viaje va acumulando trazos.

¿Se escribe para aliviar? Siomara España Muñoz responde: hacemos poesía para salvarnos en ruinas de los ojos. Confesiones, reconocimientos, provocadores esto soy, trae consigo la poesía de esta poetiza que pretende dejar señales como signos o evidencias: Que no se diga aquí no se fraguó el fuego…/ Que no se diga nunca se fue sin intentarlo / Porque caí mil veces ante el hondo / Transitar de las palabras. Lo propio de Siomara es el reencontrarse en el ser que se es, en un espacio desolado: Nada más fértil y más bello que la angustia / De la mano extendida en las esquinas.

Juan Carlos Miranda, poeta de acertijos, escribiendo poemas iba a estar cerca de dios y del diablo. Su poesía transita el hermetismo de la palabra que da cuenta de esferas íntimas, sin revelar la clave del secreto que encierran sus versos. Logogrifos inundan sus metáforas, como en un mar de escombros al cabo de un naufragio: alacranes pardos / los silabarios / nunca la noche / duró tanto / trovadores no se lamenten / nadie gana en un certamen de poesía.

Aleyda Quevedo Rojas, propone en un viaje hacia sí misma, que sea la poesía una operación matemática, limpia, exacta. Y esa condición plasma en una actitud poética de soledad, libertad y precisión a la hora de hacer poesía. Aleyda sugiere una inteligencia pasionaria. Epigramática su poesía de versos rítmicos, habla de estados de pasión. Poesía desde sí misma sobre sí misma, busca la tautológica definición: Limpia estoy vuelta promesa  / Brillante y sola para entregarme a ti. En otro verso indaga: ¿Quién soy?  Quizá este cuerpo encendido / Que aún guarda tus huellas en los pliegues.

Juan Secaira, poeta del desencanto, el descrédito de lo circundante es lo suyo: Encontrar la belleza en eso que dicen fealdad. ¿Un antipoeta, que acorrala al verso en su propia antítesis?: Como un calambre fue la felicidad / Imprevista reacción del espíritu ante la eventualidad del diario vivir. Su poesía es la de un vaticinador de antípodas de aquello que no llega a ser: La vida nos lleva / Víctimas no somos / Solo extraños. En otro verso vaticina: Nadie más tocará nuestra sangrante belleza enajenada, violada y dispuesta  a escabullirse.

Frente a estas seis poéticas quedamos convencidos de que el argumento más importante en el arte es el que no se puede explicar. El libro que recoge sus versos no es una obra premeditada, arquitectónicamente hecha. Es un soplo esencial de vida que intenta persuadirnos de que la poesía es la búsqueda de una emoción a través de la palabra. Según la proposición de Ezra Pound, que los seis siguen al pie de la letra: No escribas nada que no le dirías a cualquiera, en cualquier circunstancia, con la conmoción de una emoción.

jueves, 14 de junio de 2012

NEGACIÓN DE ENTREVISTAS ¿SECTARISMO INTOLERANTE?



Por Leonardo Parrini
En el periodismo es común que los medios de información nieguen acceso a ciertas fuentes, o veten a determinados voceros políticos, no afines con la línea editorial impuesta por sus dueños. Pero en el Ecuador de la Revolución Ciudadana se da el caso al revés: ciertas fuentes oficiales, gubernamentales o políticas se negarían a conceder entrevistas y dar información a determinados medios privados, por decisión presidencial, a cuenta de que sus datos o noticias incrementan la lecturabilidad de un periódico o disparan el rating de un canal contribuyendo, de esa manera, a “llenar el bolsillo de ciertas familias”. Esto se argumenta, aun cuando todos sabemos que la razón de fondo estriba en una desavenencia ideológica - ¿sectarismos mutuos? – que impiden la coexistencia de contrarios en el espacio informativo.
A nadie debe sorprender la medida presidencial de silenciar a sus ministros y el acato de éstos de no conceder entrevistas a ciertas cadenas de televisión y periódicos privados. En una ocasión en que entrevisté a Enrique Arosemena, representante ejecutivo de los medios estatales - ECTV, radios públicas, etc.,- manifestó que él estaría encantado de hacer cumplir el slogan del canal del Estado de “ser diverso, incluyente y pluralista”, pero que las fuentes privadas convocadas a las entrevistas de los informativos del canal se negaban a ser entrevistados en esos medios públicos. ¿Qué tal? Sorprendente le dije, y me contestó que no es de extrañar que el sectarismo, a veces, impida ser tolerante e incluyente. Es decir, enceguece no por luminoso, sino por oscurantista.
El  resultado en ambos casos – negativa de las fuentes a conceder entrevistas a medios públicos o privados - es similar: imposibilidad de hacer un periodismo con diversidad informativa, basado en el contraste de las fuentes. Lo que da lugar a que, ya en la práctica, se ejerza una suerte de polarización informativa y ausencia de diversidad de expresión, tan necesaria en estos tiempos escuálidos de ideas y de riqueza en los enfoques periodísticos.
El derecho a una información diversa
Otro derivado de la negativa de conceder entrevistas a los medios informativos disímiles con tus ideas es la negación, al mismo tiempo, de permitir al público ejercer su derecho a estar bien informado, es decir, desde una pluralidad de enfoques y miradas. Esto con el riesgo de habituarnos al sectarismo informativo que deja transitar por andariveles paralelos distintas versiones, no contrastadas, de un mismo hecho, como si la verdad sobre la realidad de lo que sucede fuera una torta para dividir en trozos, a cada cual según sus intereses y de cada quien según sus propósitos.
De predominar la insinuación presidencial  respecto de no autorizar a sus ministros a conceder entrevistas, se habrá impuesto el signo de nuestro tiempo en este Ecuador de cambios, léase, la desconfianza mutua que prevalece entre los medios y las fuentes públicas y/o privadas, fruto de un tira y afloja de vieja data y de la acumulación de rencores e intolerancias que hablan de la polarización política que vive el país.
Cierto es, por lo demás, que los medios no deben asumir roles de agentes políticos a la hora de hacer periodismo, como tampoco autoridad alguna debe asumir un rol censurador a ultranza, si no queremos ahondar la brecha ya insuperable entre gobierno y empresas informativas. Lejos de enriquecer a algunos la concesión de entrevistas a medios privados o públicos, la decisión de no hacerlo nos empobrece a todos: vivir en un país donde el derecho a hablar y oir se limita a la voluntad de quienes controlan - como propietarios o como reguladores - la opinión y los medios para difundirla que, en última instancia debe ser patrimonio de la ciudadanía; que, dicho de paso, fue convocada para hacer una revolución, una transformación radical en las viejas formas de convivencia intolerante.
Si a cambio de enriquecer a los medios privados o negarle credibilidad a los medios públicos, se potenciará a los medios comunitarios como se ha insinuado, es hora entonces de superar la polarización mediática. Realidad inherente a los procesos de cambios políticos y sociales; sin embargo, terreno obligado que debemos transitar para ejercer un periodismo que, impedido de manejar ciertas fuentes, debe procurar una cobertura incluyente y brindar así un producto que refleje la realidad del país en toda su rica diversidad de matices.


miércoles, 13 de junio de 2012

UN FANTASMA RECORRE COLOMBIA


Por Leonardo Parrini
El fantasma del narcotráfico acecha al apellido Uribe. Según el periodista Gonzalo Guillén,  la DEA afirmó que Dolly de Jesús Villa Cifuentes y Ana María Uribe Cifuentes, cuñada y sobrina del ex presidente Álvaro Uribe, respectivamente, serían extraditadas en los próximos días por ser "socias y aliadas estratégicas" de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias "El Chapo Guzmán", jefe del cartel mexicano de Sinaloa.

Una publicación reciente de El Heraldo señala que a Dolly Villa Cifuentes “le fue aprobada una orden de extradición por la Corte Suprema de Justicia de Colombia el 8 de febrero de 2012 pero fue suspendida en mayo pasado por medio de una resolución del ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra”

Dolly Cifuentes Villa cuñada del ex presidente colombiano Álvaro Uribe y su sobrina Ana María Uribe Cifuentes, fueron detenidas la semana anterior por estar involucradas en presunto tráfico de cocaína. Las dos damas estarían vinculadas con lavado de activos junto a Joaquín Archivaldo Guzmán Loera. La DEA sostiene que Dolly Villa Cifuentes y sus hermanos Alexander y Jorge Milton serían  responsables del envío de 30 toneladas de cocaína a los Estados Unidos durante los últimos 3 años, así como de “ser testaferros en Colombia de propiedades del Cartel de Sinaloa, con quienes establecieron alianzas para manejar la ruta de la droga por el Pacífico Colombo-ecuatoriano”.

¿Antecedentes de narco política?

Los registros de prensa relacionados con la presunta vinculación del ex presidente colombiano, Álvaro Uribe con actividades ilegales, son ya de vieja data. Uribe nacido en Medellín, Colombia, fue alcalde de esa ciudad y llegó a la presidencia de su país, no sin un controvertido proceso electoral en dos ocasiones. En su calidad de gobernador de Antioquia estuvo envuelto en un proyecto llamado Convivir, el cual suponía la creación de milicias comunitarias a cargo de grupos y escuadrones de la muerte paramilitares.

Aun cuando Uribe rechazó siempre la idea de dicha vinculación con grupos armados irregulares, en Colombia se dio a conocer un video cuyas imágenes evidenciaban ese vínculo y en el que se ve  a Uribe de candidato conversando con el comandante paramilitar Esteban, sobre quien pesa la acusación de ser responsable de más ochenta asesinatos. 

La asociación que la prensa colombiana ha hecho en el pasado entre Uribe y el capo del narco tráfico Pablo Escobar, es ya parte de una leyenda plagada de circunstancias que hablan de dicha relación. Cuando las FARC asesinaron al padre de Uribe, éste recibió el apoyo de Escobar a través del préstamo de un helicóptero de su propiedad, según una declaración de Virginia Vallejo, ex amante de Pablo Escobar, a la cadena de televisión brasilera Red Globo. En la misma entrevista Vallejo menciona que Escobar reconoce la ayuda de Uribe, señalando que “si no hubiera sido por ese muchacho bendito estarían todavía trayendo la coca en llantas y nadando hasta Miami para llevarle la mercancía a los gringos”. ¡Avemaría mijo! - como dirían los colegas colombianos - el fantasma de la narco política todavía deambula muy nítido en el oscuro espectro nacional del país cafetalero.

lunes, 11 de junio de 2012

ECUADOR, ¿UN ESTADO DE SOCIEDADES SECRETAS?
















Por Leonardo Parrini

Sin temor ni favor, y una buena cuota de audacia, son ingredientes de la propuesta del joven abogado Felipe Rodríguez Moreno en el tratamiento de  un tema complejo que no está exento de riesgos: el crimen organizado en Ecuador.

El título del libro El agente Infiltrado en el Estado de Derecho y de (In) Seguridad, habla por sí mismo de la sugestiva idea de utilizar “técnicas de investigación criminal necesarias en un contexto de extrema violencia e inseguridad”. En buen romance, ante la presencia en el Ecuador -sugiere el libro- de grupos internacionales organizados como las FARC, Carteles Mexicanos, Mafia Rusa, y grupos terroristas como Al Qaeda, Hezbolá y los Talibanes, Rodríguez propone la necesidad de estudiar la figura de Agentes infiltrados que actúen, en concordancia con la ley, al interior de dichas organizaciones con objetivos de inteligencia y contrainteligencia que permitan su desbaratamiento en el país.

Si bien los fines del libro revisten interés académico, no es menos cierto que el texto concluye siendo una notable pieza de investigación periodística y judicial, bajo la luz de categorías de análisis jurídico en materia penal y criminal.

“Naciones unidas del crimen organizado”

“Siento satisfacción absoluta, si es que me callan por miedo a que me maten lo he perdido todo, me daría vergüenza llegar a viejo y decir cuántas cosas me callé”, detrás de esta provocadora declaración de Rodriguez se perfila la figura de un joven de menuda estatura, gestos finos y palabra fácil; que prefirió improvisar y “no preparar nada”, a la hora de hacer un lúcido discurso de presentación de su propio libro. A su voz se unió la de Arturo J. Donoso Castellón, en un prólogo que destaca “el debate frontal, entre la Ética y el Derecho, que despierta el libro” de Rodríguez.

Felipe Rodríguez dice haber trabajado “documentadamente, con fuentes certeras y comprobadas”, que le permitieron establecer la presencia del crimen organizado en Ecuador, sin extralimitaciones y sin exceder el tono profesional.

A confesión del autor resulta fácil acceder a dichas fuentes que se encuentran en editoriales, noticias y opiniones de prensa y luego contrastar la versión periodística con las fuentes policiales. De este modo Rodríguez hace un seguimiento acucioso al dato que sugiere acciones criminales encubiertas en el país, que “está al frente de todos, pero que nadie busca”, según manifiesta.  

Las causas de que Ecuador se haya convertido en una suerte de paraíso del crimen organizado, radican en “la inseguridad jurídica” que garantiza el cometimiento de delitos sin ser procesados; además de la apertura indiscriminada de las fronteras, “sin un control post migratorio adecuado”. La dolarización es también el factor económico que hace que el país sea miel para lavadores de dinero y el enriquecimiento ilícito.

El Estado ecuatoriano es un Estado de sociedades secretas, manifiesta Rodríguez, ante lo cual propone “frenar la clandestinidad”, fruto de la mala comunicación existente entre la policía y los organismos del Estado que deben ejercer el seguimiento y erradicación de las actividades criminales.

Esta afirmación encuentra asidero en la declaración de James B., ex jefe de la DEA de los EEUU, cuando manifiesta que Ecuador es algo así como las “naciones unidas del crimen organizado”; sociedades secretas que utilizan el territorio ecuatoriano como “un centro de negociación” de actividades como, por ejemplo,  la compra venta de armas.

La propuesta concreta del libro de Rodríguez consiste en desarrollar agentes infiltrados y en capacidad de combatir desde dentro el crimen organizado, con técnicas de investigación criminalística.  Para ello es necesario el asesoramiento extranjero -colombiano sugiere el autor- a la Policía Judicial y la Fiscalía, dependencias del Ministerio del Interior. Un ejemplo de eficiencia, en tal sentido, es la UNASE, Unidad Antisecuestro que rescata nueve de cada diez secuestrados, en un tiempo menor al promedio mundial, concluye Rodríguez.

La lectura de este libro suscitador es asunto obligado para quienes viven convencidos de que seguimos siendo náufragos en una isla de paz.